Ya acaba todo
viernes 25 de septiembre de 2015, 14:03h
Nadie podrá acusarme de comulgar con Pablo Iglesias, ahí está la hemeroteca, pero hoy ha dicho lo más sensato que he escuchado esta campaña: “las banderas están muy bien, pero basta ya de tomarle el pelo a la gente, que aquí hay personas que no pueden llenar la nevera”. Ese es el punto, aunque no parece que ninguno de los candidatos a presidir la Generalitat (son unas elecciones autonómicas, no un referéndum) se acuerde de eso.
La gente tiene todo el derecho a sentirse del país que quiera. Son discusiones artificiales. El ser humano piensa en eso cuando tiene todas sus necesidades primarias cubiertas. Si no, hagan la prueba. Pregúntenles a los refugiados sirios si les importa mucho el color de una bandera o de otra. El problema, además, se agrava cuando el sentimiento catalán (que existe) es utilizado como parapeto por algunos políticos que, por decirlo finamente, tienen o es previsible que tengan algunos problemillas con la justicia española (o suiza, o andorrana, según el caso). Así que, si por ellos fuera, estoy seguro de que se harían mozambiqueños.
No quiero infravalorar el sentimiento nacionalista de nadie, ni el de quienes se sientan españoles ni el de aquellos que se consideren catalanes. O incluso el de aquellos que consideren que su pueblo debe independizarse. Pero, señores, basta ya de tomarle el pelo a la gente. Basta ya de ocultar escándalos de corrupción bajo banderas que son muy importantes para mucha gente, españolas o catalanas. Me es indiferente. Pero, por favor, no utilicen a la gente.
Personalmente no estoy ni a favor ni en contra de la independencia, pues sinceramente me tienen tan harto que, por mi, que hagan lo que les venga en gana y que afronten las consecuencias de sus votos. Ahora bien, que los catalanes se acuerden de que quienes se quedarán para gobernarles serán partidos con sus sedes embargadas, o cuyos antiguos líderes ocultaban herencias en el extranjero. Como dijo un periodista de la BBC, no sólo hacen cosas malas los de Madrid.
Por lo demás, la campaña ha adquirido unos tintes Kafkianos que, aunque al principio hacían gracia, algunos deberían hacerse mirar. Hemos visto a Artur Más y a Pablo Iglesias hablando en “indio”, a Miquel Iceta dándolo todo bailando a Freddie Mercury o a distintos políticos integrados entre el “pueblo llano”, peleando voto a voto. ¿Es acaso serio todo esto? ¿Alguien podría decirme a cuánto dinero público ha salido el minuto de chorrada? Prefiero no pensar en mi declaración de IRPF para no seguir aumentando mi cabreo y no pensar en independizarme yo. De todo. De tanta chorrada. Con perdón.