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Vacunas para todas las personas

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 15 de abril de 2021, 05:00h

Hace unos meses escuché a un médico decir que los dos avances más significativos en la historia de la medicina había sido el descubrimiento de la anestesia y de los antibióticos. Lo decía poniendo como ejemplo a nuestra imaginación el sencillo acto de la extracción de una muela sin anestesia o la descripción de la cantidad de infecciones que hoy consideramos casi inexistentes que se llevaban por delante a muchísimas personas. Fueron avances importantes. Pero no hemos parado de avanzar en la lucha contra la enfermedad.

No hace mucho me dijo alguien, con toda la seriedad con la que se puede decir algo así, que había decidido no vacunarse contra la Covid-19. No me lo decía una persona mayor, sino una muy joven. La escuché con respeto, como sujeto que es toda persona de libre decisión al respecto. Y sigo creyendo que aceptar vacunarse es un acto libre. Pero considero que nuestra libertad al respecto debe tener en cuenta las consecuencias que supone esa elección.

Yo aún no me he vacunado. No me ha tocado entrar en lista. Pero también con plena libertad he decidido vacunarme. Y lo he decidido porque la lucha contra una epidemia de esta índole debe ser una lucha de todos. No solo lo voy a hacer, sino que, como ha dicho el Papa Francisco, procuraré promover dicho acto solidario con la sociedad y las personas que la habitan. La vacunación salva vidas y el virus se neutraliza. Y esto se convierte, de alguna manera, y con todos los límites que tiene una acción no obligatoria, en un deber moral.

Dicho esto, hay un tema que nos debe preocupar. Si entre los países del primer mundo, USA, Europa, Gran Bretaña, etc., hemos visto las dificultades que se tiene para el abastecimiento de las vacunas, para el acceso a las mismas, ¿se imaginan lo que puede estar sucediendo en los países del tercer mundo? En esto, como en todo lo que supone la consideración de un único planeta para una única humanidad, no solo no debemos ser insolidarios, sino que por garantía propia de salud, es toda la humanidad la que ha de ser vacunada.

No se escucha nada en los medios de comunicación generales sobre cómo se está viviendo la vacunación en esos países. Y una persona es una persona, independientemente del lugar en el que fue concebida y nació. Un ser humano es un ser humano, sea el que sea el color de su piel y el idioma en que le habló su madre.

Es lógico que haya patentes y que el fruto de una investigación o de una creación favorezca a quien lo ha realizado. Pero los derechos de propiedad tienen también ciertos límites que se deben revisar. Hay un par de realidades que no deben ser usadas como moneda de cambio: el agua, los alimentos, la salud, la educación. Lo que es necesidad vital no puede ser objeto de mercadeo o, al menos, se deben poner ciertos límites.

Cuando en el centro está la persona y sus derechos, nadie duda que las vacunas deben ser para todas las personas.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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