A El País hay que saber leerlo. A veces te encuentras, en la página siguiente, la respuesta a lo que se planteaba en la anterior. Es muy ilustrativo.
Por ejemplo, la noticia del día es sin duda alguna la crisis entre Israel y España, provocada tras las declaraciones de Pedro Sánchez y el primer ministro belga sobre el reconocimiento del estado palestino, hasta la amenaza de hacerlo de forma unilateral si no se consigue el consenso europeo. Albárez ha salido a decir que es inaceptable la reacción del gobierno israelí, cuando éste considera lo mismo sobre la posición española. En este sentido escribe Carlos E. Cué: “Israel abre una crisis diplomática con España al acusar a Sánchez de dar apoyo al terrorismo”.
Aquí parece que quien inaugura las desavenencias es Netanyahu y no Pedro Sánchez. Por supuesto que no estoy a favor de la guerra ni de ningún tipo de terrorismo, pero he de reconocer que existe cierta propaganda que nos está haciendo olvidar el ataque de Hamás, que provocó mil doscientos muertos de manera salvaje. Esto es lo que parece estar detrás de todo este asunto; esto y el posicionamiento frente a un conflicto internacional de bloques bien diferenciados ideológicamente.
La otra cara la da Luis de Vega, que dice: “La liberación de presos palestinos se convierte en un acto de apoyo a Hamás. Nos da más orgullo y dignidad que todos los presidentes del mundo”. Esta claro que, en función del escenario en que nos situemos, las cosas se ven de forma diferente. Teniendo en cuenta los efectos sentimentales, siempre hay una ocasión oportunista para jugársela más allá de la corrección diplomática.
Hay quien pueda pensar que una amenaza de unilateralidad es un reconocimiento de que se está solo ante el peligro, y algo de esto hay. En política no siempre te arrastran tus actitudes, responsables o no, las circunstancias que rodean a los hechos son más contundentes que los propios hechos. Una actuación en solitario puede ser un síntoma de aislamiento, pero también un aviso de que las cosas no pueden ser de otra manera.
La realidad es que hace poco tiempo fuimos excluidos de una declaración, encabezada por Biden, donde estaban Francia, Alemania, Italia y Reino Unido. Allí se condenaban con contundencia los atentados de Hamás y se exigía prudencia y proporcionalidad a la respuesta de Israel. No estábamos en ese mapa, y, por tanto, lo de ahora es consecuente con aquello. Hemos pasado a ser un país tercero, porque los hechos sobrevenidos nos empujan a esa situación.
El ser unilateral es asimilable a la dificultad creciente que tenemos para ser admitidos en un club con cierto prestigio. Luego está lo de la batalla en Europa para resolver nuestra cuestión territorial, que ha pasado a ser la base para la formación de un gobierno. Allí decimos que se trata de un asunto interno, mientras que en Oriente Medio metemos las narices en un tema que aún no está suficientemente claro.
España, como decía Ortega del hombre, son sus circunstancias. Me temo que todo lo que nos ocurre de un tiempo a esta parte es consecuencia de esas circunstancias. No hay más.