Una piedra en el zapato
martes 13 de enero de 2015, 21:59h
Los medios de comunicación nos demuestran a diario que existe un baremo para clasificar las víctimas de guerras o ataques terroristas. El discurso de las víctimas de primera y segunda clase se ha extendido y ya es un lugar común en las opiniones que circulan por blogs, redes sociales y periódicos independientes. Comparar la masacre de Charlie Hebdo con la de Nigeria nos ofrece un argumento incontestable con el que reprochar a los medios de comunicación de masas que no todos los muertos valen lo mismo. Menos de una veintena de muertos en París han tenido infinitamente más repercusión que la matanza de cientos (podrían ser 2000 si se confirman los datos) perpetrada por Boko Haram en la ciudad nigeriana de Baga. El grupo terrorista, responsable del secuestro de más de 200 niñas el año pasado, irrumpió en Baga disparando indiscriminadamente y prendiendo fuego a las viviendas. ¿Cómo es posible que una masacre tenga tanta repercusión mientras otra, de mayor magnitud, es ampliamente ignorada?
Nuestras democracias se asientan sobre la idea de la igualdad de los individuos, formalmente representada por la igualdad ante la ley. Este concepto está grabado en la conciencia colectiva de tal forma que, si ningún hombre es más que otro, ninguna vida vale más que otra. Sin embargo, los medios de comunicación contradicen sistemáticamente esta idea cuando se obstinan en informar sobre unos conflictos y en silenciar otros. Por esta razón algunos sectores de la opinión pública critican la cobertura parcial, incluso interesada, de unas guerras sobre otras.
Aunque los medios de comunicación tienen la responsabilidad de elegir sus contenidos, también se enfrentan al reto de informar sobre lo que a su audiencia le interesa. Así que, si existen conflictos olvidados, la culpa es tanto del informador como del informado. Sinceramente, nos preocupa más el ataque a una oficina en París porque es una amenaza cercana contra nuestra seguridad. Es normal que nos sintamos más identificados con los redactores de Charlie Hebdo que con los habitantes de Baga. Además la proximidad es uno de los criterios dominantes en periodismo y las víctimas más cercanas al lector tienen mayor relevancia. Ojalá algún día nos conmuevan las desgracias lejanas tanto como nos afectan las de nuestros vecinos pero de momento, y a la luz de los acontecimientos recientes, podríamos decir que la injusticia es una piedra que solo nos molesta cuando está en nuestro zapato.