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Una dieta restrictiva sin supervisión supone un factor de riesgo

martes 10 de marzo de 2015, 13:33h
Ateneo-Clínico-COP-Trastornos-Conducta-Alimentaria“El factor precipitante más directamente relacionado con la aparición de un trastorno de conducta alimentaria en población vulnerable es comenzar a restringir la alimentación o hacer una dieta estricta sin supervisión médica, junto a otros factores, como los sentimientos de infravaloración y la insatisfacción corporal”, advierte la psicóloga de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitario de Canarias, María Paz López, que hace referencia a los factores que predisponen a la anorexia o bulimia nerviosa, especialmente en adolescentes.

“No existe un único factor causal. La conjunción de factores socioculturales, familiares, biológicos, relacionales y psicológicos harán que una persona pueda llegar a desarrollar síntomas que acaben convirtiéndose en un problema alimentario”, señaló la psicóloga clínica en el reciente Ateneo Clínico que celebra cada mes el Colegio Oficial de Psicología, dirigido a profesionales y estudiantes que quieren actualizar y compartir conocimientos en el ámbito de la Psicología Clínica.

“La alimentación es la manifestación más visible de un problema”, que tiene que ver con “actitudes, pensamientos, deseos, impulsos, creencias y comportamientos, en el que hay una gran insatisfacción de la persona consigo misma y con su imagen personal, intentando lograr a través de la alimentación una imagen determinada para manejar sentimientos de malestar”, aclaró la experta.

Estos trastornos se han incrementado en los últimos años y ya no responden al cliché de chica y adolescente, “aunque los/las adolescentes son siempre una población de riesgo”, precisó. De hecho, es la tercera patología más común en este segmento de edad con una prevalencia en España cercana al 18%. Además, alertó de que cada vez hay más ingresos hospitalarios por este motivo, y a edades más tempranas, de forma que en la Unidad han visto casos incluso desde los diez años.

A su vez, dijo, se incrementan los casos remitidos a la Unidad por obesidad, ya que la prevalencia en Canarias de este problema de salud es la más alta de España en población adulta (en torno al 36%) y la más alta de Europa en población infanto-juvenil. Según estudios recientes un 21,2% de los niños entre 6 y 9 años tiene obesidad y un 28,4% sobrepeso, suponiendo un importante factor de riesgo de complicaciones físicas asociadas.

La detección precoz de un TCA siempre mejora el pronóstico y reduce el tiempo de tratamiento, resaltó la psicóloga clínica, por lo que recomendó “pedir una valoración médica y solicitar ayuda ante posibles signos de sospecha, para detectar cuanto antes los síntomas iniciales y minimizar la repercusión a todos los niveles”. En este sentido, indicó que la media de tiempo que transcurre entre que aparecen los síntomas y se pide ayuda por anorexia nerviosa es de un año, y de cuatro años en los casos de bulimia, “porque tiende a pasar más desapercibido y se oculta más”.

También explicó que siempre, en primer lugar, hay que descartar que no existe organicidad (una enfermedad médica) en los síntomas que se detectan. Es, por tanto, el médico de familia, el pediatra o el especialista quien hará la valoración y pruebas pertinentes para descartar otra patología, y derivará si así lo considera necesario al paciente a la Unidad de Salud Mental de referencia, que determinará si requiere tratamiento en la Unidad de Trastornos Alimentarios del CHUC.

Entre un 40 y 60 % de pacientes se curan

En cuanto a la evolución de los casos de TCA, indicó que en un 40-60% hay una recuperación total; en un 20-25% se producen recaídas; en un 20% existe deterioro crónico, mientras que los casos de fallecimiento fluctúan entre el 5 y el 10%.

Aunque Mª Paz López se extendió sobre los signos y consecuencias de padecer anorexia o bulimia nerviosa, en general dijo que en estos trastornos “hay un patrón de alimentación muy alterado, se intenta cambiar la imagen corporal para manejar aspectos personales que no tienen que ver con el peso (autoestima, seguridad, afrontamiento de cambios, etcétera)”. Tampoco hay una única causa, sino que hay un cúmulo de factores: familiares, interpersonales, sociales (imagen, valores predominantes), culturales (sociedad occidental, medios de comunicación) y psicosociales. Por ejemplo, dijo, “el ejercicio físico, que hasta ahora lo habíamos visto como un hábito saludable, ahora algunas personas lo practican de forma “compulsiva” persiguiendo conseguir un cuerpo ideal”.

Sobre los signos de sospecha o alarma para saber si una persona sufre un TCA, explicó que la pérdida de peso injustificada o las oscilaciones frecuentes son el síntoma más evidente, junto con los cambios en la alimentación y/o relación con la comida, la hiperactividad y la práctica de ejercicio excesivo, además de cambios anímicos, irritabilidad o deterioro del rendimiento académico. La disminución de la curva del crecimiento, la ausencia de menstruación y la aparición de complicaciones físicas implica un deterioro del estado general que siempre debe ser valorado y tratado por el especialista pertinente.

Tratamiento ambulatorio

La Unidad de Trastornos Alimentarios del CHUC realiza un tratamiento ambulatorio de los y las pacientes con sólo dos especialistas, una psiquiatra y una psicóloga clínica, aunque se coordinan con otros servicios hospitalarios. María Paz López señaló además a las familias como principal herramienta y recurso para detectar e intervenir en estos casos en la adolescencia. Por esta falta de medios, sólo se pueden atender los casos más graves, procedentes además de toda la provincia. “Y siempre, si hay síntomas de sospecha de inicio de un TCA en adolescentes”.

La psicóloga dijo echar de menos un recurso intermedio que sí existe en otras comunidades autónomas, el hospital de día, porque permite a la persona compatibilizar su vida ordinaria con una supervisión e intervención más intensivas, en régimen de hospitalización parcial.
Finalmente, la experta desmintió los tópicos más frecuentes en la sociedad sobre los TCA: “que no se curan nunca del todo, que aparecen por culpa de la familia, que sólo hay que obligarlos a comer, que es una enfermedad sólo de mujeres delgadas o que son boberías de la edad”.
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