Un tuit

No es lo mismo escribir un tuit potencialmente ofensivo contra los judíos o Marta del Castillo que organizar, presuntamente, una contabilidad B y que te encuentren millones de euros en Suiza. Ambos supuestos no pueden equipararse ni cuantitativa ni cualitativamente. Claro que no. Sin embargo, la existencia de casos de corrupción no puede legitimar una suerte de pared de metacrilato contra las críticas y amortiguar las consecuencias de la actuación de los nuevos actores políticos. No me refiero únicamente a los tuits de extremado mal gusto de Guillermo Zapata, sino que voy más allá. Resulta sorprendente que los nuevos partidos políticos, que se han alzado al poder gracias en parte a su acertada y feroz capacidad crítica, tengan la piel tan fina y, a la mínima, eludan dar explicaciones amparándose en el miedo al cambio. Para nada, señores. Por si no lo sabían, Uds. están en política y, como nosotros les pagamos el sueldo, estamos legitimados para criticarles cuando actúen mal. Tampoco me parece intelectualmente honrado tratar de silenciar la crítica mediante la identificación con la defensa de las viejas políticas: “tu me criticas, ergo defiendes a la casta”. Sería bueno que los nuevos actores, en lugar de excusarse, mostrasen la madurez que sus predecesores no tuvieron y se responsabilizaran de sus actos. Zapata ha dimitido, sí… Como consejal de cultura, pero no renuncia a su sitio en el ayuntamiento. ¿Que es menos grave que lo de Bárcenas o Granados? Sí. ¿Que, en mi opinión, no debería representarnos alguien que hace “bromas” de tan mal gusto? Tambien. Si algo bueno tiene este contexto político es que va a permitir cercenar viejos vicios, que se amparaban en el bipartidismo. Por cierto, chapeau para las propuestas para abrir comedores infantiles en verano y ofrecer a los desahuciados soluciones habitacionales. Cualquier persona con una mínima sensibilidad apoya, creo, esas medidas.