Una hoz es una herramienta agraria. Un martillo es usado por carpinteros y otras profesiones que requieran de esa herramienta. Pero si unimos ambas, la convertimos en algo importante para todas aquellas personas que se sienten atraídas por las teorías de Carlos Marx. Respetado, por separado y todo junto.
De la misma manea, un águila es un bello animal que sobrevuela determinadas cumbres del universo, unas flechas son usadas por cazadores expertos y un yugo es una herramienta para unir bueyes. Pero, si hacemos el mismo ejercicio que en el caso anterior, tendremos un emblema para un grupo que profesa su respeto por la doctrina defendida por José Antonio Primo de Ribera y la Falange española. Respetado lo primero, respetado lo segundo.
Las cosas son lo que son, pero también pueden llegar a significar otras bien distintas. Y, observando estas y otras cosas se me ha ocurrido pensar en la gran cantidad de realidades que pueden llegar a constituir un símbolo identificativo para alguien en particular o para algún colectivo. Incluso para una región o un País entero. Manchar alegremente cualquiera de esos elementos que tienen un significado más allá de lo que se ve, son ganas de molestar, de hacerse notar o de algo peor que prefiero obviar.
La imagen de las vírgenes -Virgen solo hay una- representa una advocación determinada, dependiendo donde supuestamente haya aparecido, o el milagro que se le otorgue. Podría tacharse de mentiras, de parábolas o de paparruchadas de alguna secta que ha perdurado en el tiempo. Pero, la realidad es que para quienes hemos sido bautizados, tiene un sentido de dignidad que no vemos bien que sea maltratado. Nuestra Virgen de Candelaria, se supone que se llama así, por representar la luz: las candelas. Cualquier persona que manche su nombre con tonterías del orden que sea, no será bien vista por la totalidad del pueblo Canario. En muchos casos, no es necesario sentirse cristiano para maldecir a quien se atreva a meterse con ella. Al fin y al cabo, es la Patrona de Canarias y eso la pone en una posición de representatividad, que no permite que se manche su nombre. Si nos fijamos bien, no es más que una talla, hecha con arte y cubierta de unos mantos súper elaborados por manos artesanas. Pero para los canarios y canarias es un símbolo. ¡Nos representa!
Símbolo es, también, la Virgen del Rocío y la forma de hablar del pueblo andaluz. En la Gomera, sin ir más lejos, se usa el lenguaje del silbo y a los canarios en general se nos dice que hablamos cantando. Vale, ¿Y qué? Es algo que distingue a cada pueblo. Lo mismo que a los catalanes les distingue las butifarras y nadie dice que por el hecho de ser catalanes tengan que metérsela en ningún sitio. Su sardana, su Sagrada Familia, su Costa Brava, su tramontana, su Virgen de Montserrat y su gran cantidad de elementos diferenciadores, merecen el respeto de la inmensa mayoría de personas que habitan en este País. Si algún protagonista mediocre se atreviera a usar un humor estúpido para meterse con el color de la piel de la “Moreneta” poniendo en duda el color originario del pueblo catalán, nadie lo entendería y algunas personas de allá -no humoristas oportunistas-, tal vez, lo criticarían. En justa medida, cuando la burla o broma fácil y zafia se hace contra los símbolos de otros, también se ha de recriminar. ¡No vale parapetarse en ese otro símbolo de la “libertad de expresión”! Eso está bien para una política mediocre, pero no para todo un pueblo.
Los símbolos han sido llevados en estandartes en todo tipo de guerra, lo que considero un error; pues por muy importante y necesario que se considere cualquier tipo de contienda, no está bien que se haga en nombre de insignia alguna. Muchas veces, algunas de esas contiendas que se llevan a cabo bajo un signo determinado, no es más que el empeño particular de unos pocos que han conseguido, añadiendo emblemas que dicen defender, que sea el de todo un pueblo. Una bandera, un escudo, unas siglas, cualquier cosa vale con tal de convertir, un objetivo particular o partidista, en otro general.
Los símbolos, otras veces vienen de la mano de la propia naturaleza; y así tenemos el Teide en Tenerife, que no es más que una montaña -una vez le pregunté a un chiquillo, cliente de un establecimiento en el que trabajé, qué le había parecido el Teide y me contestó de una forma muy escueta: una montaña-. Y no dejaba de tener razón, porque en realidad, como he anotado, se trata de eso. Obviamente si se le preguntara a algún canario y más concretamente a algún tinerfeño, la respuesta sería distinta. Estaríamos hablando del “Padre Teide”. ¿Tiene nuestros genes? ¿Está en nuestra foto de familia numerosa -la canaria lo es-? No, pero esa mole que aquel estudiante de vacaciones definió de forma tan explícita, es en realidad uno de los símbolos más importantes de la Comunidad Autónoma Canaria. Cuando vemos a alguien haciendo bestialidades por sus laderas, o por el Valle de Ucanca que le rodea, sentimos como si se estuviera giñando en nuestro jardín. ¿Han oído hablar del “godo”? ¡Pues eso!
El respeto de los símbolos ha de ser tenido en cuenta por quien visita o habla de cualquier punto de España o de otro país extranjero. No es agradable ver a la “Sirenita” pintada de colores. Ella no se puede defender por sí misma. Observar como unos energúmenos suben a lo alto del “Roque Anambro” en el bosque encantado de Anaga (Tenerife) para inmortalizar una más que discutible “valentía”, nos hace enrojecer de rabia a quienes respetamos lo propio y también lo ajeno. ¿Quieres hacerte una foto de lo machote que eres?, pues cuando visites el Loro Parque, métete en el recito de alguna de las fieras que allí hay. Seguramente se comprendería mejor tu nivel de atrevimiento.
El respeto, ha de estar siempre presente ante los elementos que para algunos tiene un significado más allá de lo decorativo. Muchas cosas de esas que valoramos, simplemente como bonitas, para otros, son símbolos culturales y/o de marcado valor sentimental.
El respeto, ha de ser tenido en cuenta, no solo por visitantes y población en general, sino por quienes han sido responsabilizados de su cuidado. Si algún político no cuidara nuestro cañón “Tigre”, por ejemplo, no sería ni medianamente considerado para ocupar cargo alguno. Y si alguien, hiciera burla de ese emblema o de lo que significó, pues tendría a todo un pueblo chicharrero enfrente para recriminar su actitud. Por esa razón, me niego a admitir las explicaciones dadas por el Gobierno catalán y que se actúe con tanta tibieza ante lo que ha sido un ataque en toda regla contra algo que está en el corazón de un pueblo. Me solidarizo, desde esta oportunidad que me ofrece www.canariasdiario.com, con el sentir andaluz; más allá de mis creencias y sentimientos políticos. Un programa bueno o malo -decisión de su audiencia-, no debería hacer su escaleta con argumentos que producen daño gratuito.
¡La Virgen del Rocío en un símbolo a respetar!