Tragedia griega
viernes 03 de julio de 2015, 14:58h
Dado que me encuentro en tierras Norteamericanas, esta semana voy a dedicar este artículo a tratar de transmitir la imagen que desde este país se muestra al respecto de la actual situación de Grecia, que ocupa gran parte de los telediarios locales. En América, la sensación que está transmitiendo Tsipras es la de alguien que, al ver que le es imposible cumplir con los compromisos que asumió, ha decidido dar una patada hacia adelante y trasladar sobre el pueblo la responsabilidad de decidir sobre algo tan serio como un rescate. A mi parecer, es un fiel reflejo de la realidad de lo sucedido.
El Tsipras candidato, rodeado por sus amigos y aliados políticos, hablaba acerca de la necesidad de cambiar las políticas europeas y de renegociar las condiciones. Y todo eso está muy bien, pero, ¿y aquello de que las deudas se pagan? Una negociación entre acreedor y deudor nunca la maneja el deudor… No, al menos, si este último necesita que el primero le siga financiando. Pese a que esta idea haya sido vendida por algunos, la cosa no es tan sencilla como ir a ver a Merkel, decirle que nada ha funcionado y que tus recetas son las mejores.
En EEUU observan con preocupación las consecuencias que podría acarrear la falta de acuerdo entre Grecia, Europa y el FMI. Pero, ciertamente, quienes más me preocupan son los griegos. ¿Les consolará, ante un eventual corralito, volver a ver la televisión pública? Espero, por su bien, que se alcance un acuerdo finalmente.
En todo caso, ¿alguien más por aqui echa de menos las “V” de “victoria” con Tsipras, o solamente me ocurre a mi? Qué leve es la memoria, sobretodo cuando no interesa.