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Se Forma a Directores de hotel para,… ¿enviarlos al paro?

Por José Luis Azzollini García
lunes 04 de septiembre de 2023, 11:54h

Les adelanto que quien firma este escrito ha ejercido como Director de hotel, desde sus comienzos de su vida laboral, hasta bien avanzada esa etapa. Espero, pues, que se entienda que lo que escriba a continuación tendrá un tono de reproche subjetivo que me corresponde y que transformo en una queja formal.

Dicho lo cual, permítanme introducirles en ese magnífico desempeño que tiene una mezcla de gestor de empresas y de dirección comercial, de Jefe de RRHH y de anfitrión; de organizador de eventos y de relaciones públicas; de guía turístico y hasta de psicólogo en los momentos que toca escuchar a quien lo necesita. Yo he tenido la suerte de poder desarrollar lo estudiado en la Escuela Oficial de Turismo de Santa Cruz de Tenerife; pues desde que terminaba el tercer curso, me pude enrolar en un edificio de apartamentos en el sur de Tenerife para hacer mis prácticas. Allí, y de la mano del Director, y de todo su personal laboral, pude aprender lo que realmente es el contacto con el turismo. Allí, por hablarles de mínimos, pude constatar que habiendo aprendido, toda mi vida estudiantil, que para dar los buenos días en inglés, se decía “good morning”, y que normalmente, la respuesta te la devolvían de la misma manera; ahora debía contar con la posibilidad de recibir un único “mooorng”. Aprendí a diferenciar el trato a llevar a cabo entre distintas nacionalidades que nos visitaban. Mis compañeros, grandísimos profesionales, me iban ilustrando sobre lo que era correcto y lo que no debía hacer o decir para que la clientela, independientemente de su procedencia, se sintiera a gusto. Aprendí a dirigirme a mis superiores tratándoles de usted y al resto del personal, con el respeto debido a su antigüedad, a sus canas y a su condición de compañeros. Yo venía de la Escuela de Turismo, y me sentía como un ser superior porque llegaba con estudios y, claro, allí me hicieron ver que la experiencia era un grado y que todo el equipo de aquel establecimiento, me ganaba en eso. Las Señoras del departamento de pisos -nunca “las Kely”- me hicieron saber que el proceso de salida y entrada de clientes, no es cosa de “soplar y hacer botellas”. No es cuando la recepción lo diga, sino cuando la habitación esté lista. El vaso de leche que me daba la gobernanta en los turnos de mañana me hizo comprender también, que la palabra “equipo” debía alcanzar cotas importantes en mi futuro profesional. Cada día al entrar en mi turno, miraba hacia la pared donde estaba el cuadro que contenía las tarifas oficiales, la categoría del hotel y, por supuesto, el nombre de la persona que figuraba como director. La oficialidad se la otorgaba Turismo, previa presentación de las credenciales oportunas, entre las que figuraba estar inscrito en el Registro General de Directores de Hotel y tener la titulación que le daba derecho a esa inscripción -a quien quitó la obligatoriedad de la figura del director titulado, le ofrezco el más puro de mis sentimientos encontrados -. ¡Mi gratitud para todo el personal de Apartamentos Borinquen!

Cuando comencé mi etapa laboral, no lo hice directamente como director, pero tuve la suerte de ser contratado en un complejo de apartamentos de Playa de las Américas -Aptos. Barranco- donde, sabiéndose que luchaba por labrarme un futuro en la dirección hotelera, me iban encomendando labores de jefe de recepción. Aquí fue donde aprendí que, lo de negociar con los compañeros teniendo objetivos sugeridos por la dirección, requería de su “entretenimiento”. En ese periodo, seguí aumentando mi posición de anfitrión con las distintas nacionalidades, al mismo tiempo que iba perfeccionando los niveles de gestión hotelera. Allí también estaba aquel cuadrito que yo tanto miraba y admiraba: el que contenía “lo oficial”. El nombre del director titulado, lo era. ¡Lamentablemente -sé que lo he dicho- parece que esto ya es parte del pasado!

Y, en septiembre de 1981, me llegó la oportunidad de entrar en contacto con el mundo de la dirección hotelera; aunque realmente, no fue hasta dos años más tarde cuando ya pude ver mi nombre en aquel cuadro que yo siempre miraba con cara de futurible. Había sido nombrado director de hotel. La propiedad -entre otros establecimientos- del complejo “Bungalows Atlántida”, consideró oportuno “apadrinar” a un pimpollo como yo, para que ocupara aquél puesto de responsabilidad. ¡Responsabilidad! Es una de las palabras clave en el ejercicio de la Dirección Hotelera, como seguramente lo será en cualquiera de los gremios que se analicen. Lo que hace -o hacía- distinto a los directores de hotel, es el tener la formación y la titulación académica correspondiente. El realizar los estudios de Turismo -Técnico en Empresas y Actividades Turísticas- avalaba que la persona con esa titulación, era alguien que se había preparado para gestionar, organizar y dirigir empresas de ese ramo -Hoteles, Apartamento y agencias de viaje-. Pero, aunque la titulación, no lo dijera, en el cargo había mucho más. Se trataba de alguien que, poco a poco, iría conectándose con el mundo del turismo, hasta convertirse en su defensor por encima, incluso, de posturas netamente empresariales. ¡Lo que pudiera no convenir al turismo, era discutido con la propiedad! Tampoco hablaba, la titulación, de la dedicación absoluta y constante que, un director, estaría encantado de ejercer. ¡Un director estará para todo, para todos y siempre!

Un Ingeniero estudia ingeniería para ejercer de ingeniero; un Economista estudia económicas, con similar objetivo; pero, ahora, resulta que alguien ha eliminado el que una persona estudie Turismo para trabajar como Director de hotel. Si no tiene “la titulación”, pero le gusta al dueño, dará igual. Hace muy poco he leído que en alguna Escuela de Náutica se usa profesorado titulado en químicas para enseñar esa disciplina. ¡Y, yo corriendo riesgos en cruceros! Recientemente se ha publicado que la sanidad de Lanzarote, tendrá en su equipo directivo a alguien que está formada en “agencias de viaje” ¡pero, estamos locos! Debe ser que no, porque entre esos nombramientos, también habrá un técnico agrícola con conocimientos en horticultura, llevando el peso de la pesca en Canarias; y hasta una persona que “casi” no ha terminado otros estudios que empezó, lo han nombrado Gerente de un gran hospital público. ¡Ay mi cabeza! En la cartera del Director de Hotel había, además de su titulación, conocimiento para dar rentabilidad a su empresa, cariño, dedicación y convicción en lo que se formó; había, capacidad de “servir” -no servilismo- de puente, entre el disfrute de sus clientes y la rentabilidad para su empresa. Pero, ¡eso ya no será posible! Desde hace algunos años quien estudia Turismo lo hará, seguramente, pensando más en alguna oposición o carguito político, que en la posibilidad de desarrollar todo su potencial en algún establecimiento turístico. Viendo los nombramientos mencionados, se podría explicar quién o quienes habrán resuelto que para ser director de hotel, no sea necesario una titulación acorde al puesto, sino que baste con el agrado de la propiedad del establecimiento. Tal vez nuestro título lo estén guardando para cuando se organice lo del Centro Espacial de Canarias o para el Astrofísico. ¡Ya puestos!

Si, simplemente, el hijo de un hotelero con o sin estudios, puede ser director de hotel, ¿Para qué Seguir con el grado en Turismo? Recuerdo cuando se hablaba hasta de un Colegio de T.E.A.T. ¿Seguiremos hablando de calidad?

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