Lo escuché esta mañana en una entrevista en la radio. Alguien quería subrayar los avances científicos y técnológicos actuales y, como forma de afirmarlo, hizo este comentario: “Hace ya tiempo que nos hemos quitado el lápiz de detrás de la oreja”. Yo vi muchas veces a mi padre con el pápiz colocado de esa manera. Tal vez por ello es por lo que fue un comentario que no me resultó agradable.
Es cierto que los conocimientos en el ámbito de las ciencias de la materia han avanzado mucho. Conocimientos que se aplican y facilitan las actividades humanas a través de la técnica. Son evidentes los avances. Pero, ¿sigue siendo necesario o no usar el lápiz de carpintería o la tiza para marcar los espacios en la construcción o fabricación? Creo que sí. Creo que no es irrelevante su existencia y su uso en este mundo tecnologizado y tan avanzado.
Siempre tendrá que existir alguien que ranure una pared para introducir la fibra óptica en tu casa. Alguien configurará el router y lo atornillará a la pared de tu sala. Alguien tendrá que poner las pestilleras en tu puerta. Seguro que el parqué flotante lo ha colocado un grupo de personas, entre las que alguno tendría un lápiz detrás de la oreja y un metro en su bolsillo. Y eso también ocurrió en el estudio de radio desde el que se realizó la entrevista de la que hablo. Por más que lo digamos, no es posible abandonar el lápiz detrás de la oreja.
Si tenemos la ocasión de hablar con un Ingeniero o Arquitecto nos dirá lo importante que es tener un operario hábil que sea capaz de traducir unos planos a la realizad concreta en la que se realiza una obra y que solventa errores o imprevisiones que los planos olvidan. No es bueno olvidar la importancia de aquellos que tienen el lápiz detrás de la oreja. Y, olvidarlos, es augurio de mala terminación del mejor proyecto diseñado.
Pasa como con la diferencia entre el artista y el artesano. Tiene la misma raíz semántica, porque ambos usan la materia y la convierten en bella o útil. Pero el aplauso social solo se lo lleva el artista y no siempre el artesano. Un artista con el lápiz detrás de la oreja es un artesano. Si se quitara el lápiz, si esto fiera posible, solo será un artista.
Pasa como cuando escuchamos hablar de los hombres y mujeres de la cultura. Es cierto que la definición de la UNESCO nos ofrece un horizonte muy amplio de los sujetos de la cultura, pero en nuestro imaginario colectivo, los sujetos de la cultura no tienen el lápiz detrás de la oreja. Y olvidar esta dimensión artesanal es amputar el alma de la cultura.
Hace ya unos años que sobran graduados universitarios en ingenierías y faltan hombres y mujeres que lleven el lápiz detrás de la oreja. La vida necesita ser vivida con los pies en la realidad.