La vida es simple, aunque no sea fácil. Es cierto que esta apasionante aventura no nos permite sentirnos felices a todas horas puesto que, por desgracia, suceden cosas que no deseamos, se viven dramas, situaciones límite que necesitan de esas fases de negación, negociación con la realidad, depresión, ira y, finalmente, aceptación, que acompañan a todo duelo cuando se sufre una grave pérdida personal que te conmociona y te hiere hacia dentro. Pero aun en el peor de los casos, nosotros tenemos la última palabra y, dependerá de nosotros el que seamos capaces de exteriorizar ese dolor, dejar que la herida sea visible y cicatrice.
Sí, es cierto, no podemos sentirnos siempre felices pero, en mi humilde opinión, sí que podemos serlo, que no es lo mismo. Porque dejando al margen esos dramas personales que a todos nos sobrecogen, en el día a día de todos nosotros, en nuestro trabajo y con nuestra familia y amigos, sinceramente, no tenemos excusa. Digo esto porque por todos es sabido que llegan días en los que no hay término medio: los hay que detestan la Navidad, el afán consumista, los gastos en determinados establecimientos comerciales que ya se citan con nombre y apellidos, las reuniones familiares...hasta les deslumbran las bombillas y se les atragantan los huesos de las uvas, sin olvidar que ya saben a ciencia cierta que no resultaran agraciados ni con el reintegro en el sorteo del 22D (para muchos el último clavo ardiendo al que agarrarse si, además, lo de las elecciones generales no resulta como esperaba); y, por otra parte, nos encontramos las personas a las que nos encantan estas fechas, porque los niños viven sus sueños y los hacen realidad, porque qué mejor manera de invertir dinero que en aquello que es más importante en la vida, porque aunque nos pongamos remolones, no hay nada más reconfortante que las reuniones en familia donde también debe haber hueco para recordar a los que no están, pero no desde la tristeza, sino desde la alegría de poder decirles que aquí seguimos dando lo mejor de nosotros en ese proyecto que ellos comenzaron.
En cualquier caso, me atrevería a decir que estos perfiles navideños son perfectamente exportables a cualquier otro momento del año porque, por lo general, el problema no reside en las calorías del turrón y los mazapanes sino en la actitud de las personas. Y es que, no lo olvidemos, la vida es actitud. De la manera que seamos capaces de mirar nuestro día a día, del desparpajo y de las sonrisas que dibujemos, de la pasión por nuestro trabajo y del esfuerzo por conseguir nuestras metas, de la conciencia que tengamos de lo que realmente es importante para nosotros, de todo eso, depende nuestra felicidad. Porque cualquier día, todos los días, son una maravillosa oportunidad de disfrutar de este viaje que es la vida. Ojo, que no nos ciegue un exagerado entusiasmo, que no se trata de ir por ahí como un tuno desbocado con una pandereta dando saltos a diestro y siniestro. Por supuesto, hay curvas, cuestas, obstáculos, baches...pero hagamos que el camino habitual, el que depende de nosotros, sea firme, una buena autopista por la que circular deslumbrando con las luces de nuestra energía positiva, "a toda felicidad". Como bien apuntó Confucio, "la vida es muy simple, pero insistimos en hacerla complicada". Pues bien, seamos simples, demos lo mejor de nosotros cada día, todos y cada uno de los días, no solo en Navidad, no solo cuanto entramos en trance al escuchar esa melodía que nos enternece y nos recuerda que podemos ser un poquito mejores y prometemos cumplirlo, "el año que viene seguro que sí", como cada 31 de diciembre.
Por cierto, estas Navidades, al mirar al cielo veremos una estrella más iluminando el firmamento. El padre de mi querido cuñado Mario, nos acaba de dejar y ha marchado regalándonos maravillosos recuerdos y una familia que lo querrá y admirará eternamente. Deja un enorme vacío que ahora es solo dolor. Pero estoy seguro de que su mujer, sus hijos, sus nietos, mi hermana y todos los que hemos podido disfrutar de su pasión y de sus ganas de vivir cada segundo como si fuera el último, velaremos por mantener su recuerdo y su mensaje. Familia, os queremos.
Insisto, vivir es simple. Se trata de pensar qué buscamos, desearlo, sentirlo y perseguirlo hasta lograrlo porque, a pesar de los reveses, a pesar de las caídas, nunca hay que rendirse. Siempre hay nuevas sorpresas, nuevos retos, nuevos motivos para emocionarse y para creer, canciones que siguen erizándonos la piel y personas que nos hacen sentir cosas increíbles y que dan sentido a nuestra existencia. Eso es lo que debemos luchar por buscar cada día, los 365 días del año, mañana, tarde y noche. Y cuando lo encontramos, no hay duda, entonces se cierra el círculo y no queda otra que afirmar convencido ¡Qué sería de la vida sin estos momentos!