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Que se haga viral

Por Daniel Molini Dezotti
domingo 05 de febrero de 2023, 05:00h

Es todavía de noche y voy caminando hacia el trabajo. Pronto se apagarán las luces de mentira y el sol alumbrará de verdad, todo está tranquilo y aprovecho, sin atender a posibles tropiezos, lo que me dicta el teléfono.

Ocupado en responder consultas o actualizar correos electrónicos doy con un anuncio, que me invita a compartir un mensaje solidario, donde una mujer expone algo relacionado con el cáncer de mama.

Mirando fijamente a la cámara, una señora joven declara, tras decir su nombre, edad y ciudad donde vive: “... Llevo seis años tomando quimioterapia y ya se me han agotado las alternativas de tratamiento. No obstante, existen medicamentos que no están financiados y a los que no podemos acceder. Yo he solicitado dos, uno se me denegó porque no estaba financiado y el otro, al que solicité para uso compasivo, también se me ha denegado, a pesar de que el laboratorio accedió a financiarlo a coste cero. Por favor, tenemos medicamentos de laboratorios que han demostrado ser eficaces frente al cáncer metastásico, pero no podemos acceder a ellos. Pedimos vuestra ayuda para viralizar este vídeo y de esa manera poder seguir viviendo y compartiendo experiencias con nuestros hijos. Gracias.”

Me interesó mucho la historia, y antes de reenviarlo como habían hecho conmigo, necesitaba saber si se trataba de algo actual o, como sucede muchas veces en las redes, un hecho de tiempos remotos que se perpetúa en agobios o pesadumbres.

No me costó ningún esfuerzo comprobar que la historia era real, la de una paciente que no se consideraba bien atendida, apelando al bien común.

Los medios de comunicación recogieron el hecho, como por ejemplo un periódico de Álava, que en sus noticias del 25/02/2022 difundió:“M, de XX años, con cáncer de mama metastásico, ha pedido ayuda a través de un vídeo para obtener el uso compasivo de un nuevo medicamento para tratar su enfermedad.

La paciente ha agotado todas sus alternativas de tratamiento, incluidas las quimioterapias que financia Osakidetza, y ha lanzado este emotivo llamamiento que espera se haga viral.”

En otra publicación, que recoge por escrito la emisión de un programa de radio del día 02/03/2022, se podía leer: “M. logra que le den un nuevo tratamiento para su cáncer de mama metastásico. M. a través de un vídeo que se ha hecho viral, pedía obtener el uso compasivo de un nuevo medicamento para tratar su enfermedad. Lo ha conseguido. En Radio Vitoria relata cómo ha sido el proceso y las grandes dificultades a las que se ha tenido que enfrentar. Pide que las cosas cambien.”

Tras relatar todas las vicisitudes por las que había pasado, concluía: “Cuando me dijeron que no me podían seguir dando tratamiento sentí que era mi sentencia de muerte"

Luego el redactor explicaba “Ahora encara el futuro con la misma energía positiva de siempre y con mucha esperanza. Y es que lo único que M. quiere es poder seguir compartiendo la vida con sus hijos, sus amigos, su familia, y con todas aquellas personas que nunca dejan de agarrarle fuerte la mano.”

La culminación del hecho me pareció fantástico, una persona necesitada lucha por un anhelo que consigue gracias a la solidaridad de muchos, que multiplican buenamente un pedido angustioso para ayudar a transformarlo en realidad.

El problema nace cuando esa situación se eterniza, porque lo que acaba bien no es tan llamativo como lo que empieza mal, y eso es horrible, porque genera angustias innecesarias, incertidumbres, que no dejan espacio a nuevas carencias o vicisitudes.

Ojalá que M haya podido ser ayudada por los medicamentos de modo parecido a la ayuda que recibió de sus congéneres, de aquellos que lo hicieron oportunamente, porque hoy quizás ya no pueda considerarse ayuda sino otra cosa.

No hace falta ser experto ni un genio de los bits para saber si lo que uno recibe merece ser multiplicado, la red está repleta de falacias, de relatos tristes fuera de contextos, y eso -no en este caso pero sí en muchos- hace que la duda se transforme en desgano.

La gente debería saber que el 28/10/2022, en muchísimos medios masivos de comunicación de todo el estado saltaba una noticia. Onda Cero la expuso así: “Sanidad rectifica y aprueba dos medicamentos para el cáncer de mama que había rechazado por ser demasiado caros. Los oncólogos llevaban tiempo reclamando al Gobierno estos medicamentos que la EMA ya aprobó hace más de un año.”

Las redactoras Carlota Colón de Carvajal y Belén Gómez del Pino explicaban el asunto perfectamente, trazando una historia del proceso que había provocado reacciones en la comunidad médica y en asociaciones de pacientes, con preguntas en el Parlamento y finalmente, la rectificación.

El problema que tenía M, el que tienen y tendrán los enfermos, los políticos que deciden normas y los laboratorios que producen estos fármacos, es económico.

La investigación de vanguardia, cuando se hace en centros privados, permite que cuando se producen avances y se aprueban para su distribución alcancen precios estratosféricos, sobre todo si se pretenden rentabilizar para satisfacer a los accionistas, que no se rigen por parámetros compasivos sino por reglas del dividendo.

Precisamente para eso está el estado, para influir, para hacer que los beneficios sean para todos, y que el costo de un tratamiento no sea el espejo donde se refleja lo que se acepta o lo que se deniega.

Nosotros podemos ayudar, difundiendo, pero con certezas, no propiciando más angustias a las que ya acumulamos.

No va a ser raro que surjan nuevas demandas, pero por una vez, por lo menos con M, se consiguió hacerlo viral, ahora debemos tratar de “desviralizarlo” para hacer propicio un nuevo contagio, cuando otra necesidad nos lo reclame.

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