Cuando uno va a acudir a un lugar importante o tiene una cita de esas que se consideran de alto standing, una pregunta que nos hacemos o que le hacemos a nuestras parejas, suele ser:
¿Me sienta bien esta corbata?
¿Me pegan estos zapatos con el traje que llevo?
¿Crees que voy bien con corbata y zapatos rojos? (esta última es por no descartar ninguna posibilidad).
La cuestión es que nos preocupamos de agradar o ser bien calificados.
Pues en mi caso, que he sido -creo que sigo siéndolo- un hombre del turismo, siempre me he preguntado si las personas que gestionan los dineros públicos se han hecho ese tipo de preguntas cuando se trata de asegurarse qué tipo de isla presentaremos a nuestros turistas.
Cansado estoy -me atrevo a decir que estamos- de recorrer nuestro territorio insular pensando si todo lo que vemos, lo verá también quien nos visita desde otros puntos de España y del mundo.
Se sabe, por otra parte, que roza lo utópico el considerar que la población isleña piensa en clave turística cuando actúa en sus propios “quehaceres”. Pero sí que creo, simplemente, que podíamos ser poco más responsables. Responsables, al tirar enseres a los barrancos; al amontonar escombros de obras en terraplenes no vallados; al tirar las basuras fuera de los horarios, etc. En definitiva, sería beneficioso si se tuviera en cuenta que todo lo que se haga mal, afeará un entorno por donde, sin lugar a dudas, pasará algún turista con su cámara de fotos a cuesta. El turista patea cada rincón de esta bendita tierra. Nos encontramos turistas en los rincones más insospechados. Cuando hablamos con alguno de ellos, nos preguntan y nos hablan de lugares que, nosotros, ni tan siquiera sabíamos que existían. Vemos fotos de parajes idílicos que cuando se nos dice que son de Canarias, nos llenamos los ojos de sorpresa.
Lamentablemente, al mismo tiempo que obtienen grandes imágenes, también pasan por otros puntos que no merecerían ser fotografiados pero que, tristemente, sí que lo son.
Tal vez, ese descuido sea porque desde nuestras instituciones públicas no se han esmerado en hacer entender a la población en general la importancia que esos pequeños detalles suponen para la economía de las islas. Y, por ende para sus propias economías. Ya va siendo hora de que detraigan del dinero que se invierte en promoción turística, una parte -no creo que hiciera falta mucho- en hacer una “turné” informativa-promocional por cada uno de los pueblos, asociaciones culturales, asociaciones de vecinos, colegios, etc. mostrando el paisaje que nos rodea y que tenemos que conservar. Mostrándoles el “color de corbata con el que deberíamos presentarnos a nuestros visitantes”. Enseñarles lo negativo que es, para que el turismo repita, el encontrar lo que algunas veces encuentra en sus paseos por nuestros campos y ciudades. Por supuesto, no hablo de una ruta, para ensalzar lo bueno que se haya hecho, a modo de propaganda política. ¡No y mil veces no!. De lo que se trataría es de casi lo contrario: de hacer público lo que no se ha hecho y lo que deberemos hacer entre todos, para cuidar el escaparate con el que vendemos nuestro gran producto.
¡Tremendo disparate estoy escribiendo!
O sea, ¿estoy pidiendo a los políticos, que organicen a un grupo de técnicos para que vayan diciéndole a todos, lo mal que se hacen algunas cosas y lo poco que parece que, ellos, se preocupan por tener decente todo el territorio para nuestros turistas? Básicamente es eso, pero con sus matices. De lo que realmente se trataría es de exponer a la población la importancia que tiene el que, quien nos visite, salga contento con todo lo que ve y de cómo se le trata -esto último es más un insistir en seguir haciéndolo bien, que otra cosa-. Estarían -esas reuniones divulgativas- encaminadas a fomentar la cultura turística en toda la población. Sería, pues, una promoción turística pero hacia dentro. Hacia lo más profundo de nuestro pensamiento. Cuando se consiga llegar al “tuétano” de la forma de entender la mayor industria que tenemos, entonces se habrá conseguido el objetivo.
¿Se habrá conseguido, realmente, el objetivo?
No, obviamente no sería tan fácil. Para alcanzar el pleno en todo lo que significa la cultura turística, habría que conseguir primero que, -siguiendo con el título- la corbata, haga juego con los zapatos. Y, para llegar al éxito, las charlas también habrían de ser programadas para el sector institucional. Porque ¿qué sentido tendría que toda la población tuviera claro el cómo cuidar de nuestra industria, si quien gestiona los dineros públicos no se esmera en conseguir que también se haga lo “grande”? Estaríamos un poco como gallina sin cabeza.
Desde la parte institucional -hablando de “lo grande”- se debe poner el acento en conseguir dar un color adecuado a todo lo que pueda ser captado por una cámara. Desde la pintura de nuestros pueblos, hasta la de nuestros edificios emblemáticos. Desde la limpieza diaria en las zonas principales, hasta la que se debe llevar a cabo en los rincones menos visibles. Desde poner contenedores de recogida diversa, hasta el limpiarlos para que no den malos olores. Desde adecentar nuestras vías de comunicación, hasta el retirar los vehículos que se encuentran en los laterales de ellas -seguiré insistiendo en los restos del coche rojo del aeropuerto, hasta que lo retiren. ¡De vergüenza ajena!-. Desde ir repavimentando las carreteras secundarias, hasta buscar soluciones para que el campo vuelva a estar cultivado.
Me detengo en este último caso para seguir insistiendo en la necesidad de una reunión conjunta de los gestores públicos que llevan turismo y los que llevan agricultura. Tómense un cafecito juntos y hablen de lo que les une a ambos. Verán que son muchas más las cosas en las que podrían trabajar juntos que en las que los separan. Yo, por mi parte y desde mi humilde posición, les digo que el color que mejor le va al turismo es, sin lugar a dudas, el verde. El verde de sus campos.
Hagan encuestas a los turistas y a la población en general -encuestas con rigor crítico-. Consulten con los empresarios del turismo y con trabajadores del sector. Visiten a los agricultores y ganaderos. Debatan entre ustedes. Ya verán como saldrán las ideas para ponerle color a nuestra tierra.
El color que mejor le vaya.