Ooooh jo jo jo jo, no. ¿Un juego con un nombre y temáticas adorables que sale en Internet como si nada? No, a nosotros no nos pillan desprevenidos, ya sabemos que éste será un juego totalmente dantesco y despiadado.
¿Y entonces cuál es el giro? ¿Que los supuestos ponis adorables son en realidad bestias salvajes con sed de sangre? Bueno, no realmente. El giro que ofrece Pony Island es precisamente lo que lo hace interesante.
La trama del juego es bien compleja. Estás en el limbo, inmóvil en frente de un ordenador, condenado a jugar un videojuego llamado Pony Island, el cual está programado por los demonios del Infierno.
“Pos vale, entonces para liberar nuestra alma solo bastará con pasarse el juego y listo, chupao''.
Lo cierto es que hay un problema muy gordo que será el principal obstáculo del juego… Satanás aquí es muy aficionado a programar videojuegos, pero no es precisamente algo en lo que sea demasiado diestro.
El juego al que estamos obligados a jugar es un juego maldito, pero no en el sentido tenebroso de la palabra, sino en el malsonante. El juego demoníaco Pony Island es un desastre injugable.
Pony Island (el juego en sí, no el juego satático ficticio del juego) ofrece dos modos de juego. El primero es jugar al juego (el satánico ficticio, no el juego en sí), pero claro, el juego no funciona correctamente, y es aquí donde entra el segundo modo de juego, el cual es hackear la máquina.
Hackear el juego (el ficticio, no el real… vale, ya me callo) es donde destaca Pony Island. Hackeando lograremos arreglar el juego, hacer trampas, saltarnos niveles, desbloquear niveles y extras, mas un largo etcétera. El acto de hackear se manifiesta a modo de juego de puzzle, en donde una llave se irá moviendo por el menú de códigos y disponemos de diferentes iconos para hacer que dicha llave vaya viajando por códigos más concretos, y así hasta llegar a la meta y completar el hackeo.
Dicho ésto puede parecer que en realidad lo que merece la pena es hackear el juego y jugar al juego en sí es lo tedioso. En absoluto, jugar al juego infernal es la mar de fascinante, ya que ahí se refleja los efectos de tus hackeos y dispone de sus propios retos divertidos. Sin mencionar los bugs y glitches que nos entretendrán a su modo.
Al bueno de Satán no se le da muy bien apreciar las críticas, cuando vea que hemos modificado el juego se enfadará mucho y se pasará toda la partida acusándote de ser un tramposo, por lo que él y sus secuaces también reprogramarán los códigos a su antojo para interponerse en tu camino.
El objetivo no es terminar el juego que ofrece el Inframundo, sino más bien destruirlo. Jugaremos niveles para seguirles el rollo, pero nuestra meta es acceder a los archivos fuente del juego y eliminarlos para así poder escapar de nuestro tormento.
En Pony Island también hay jefes muy disfrutables. Tenemos jefes tradicionales a quienes debemos atacar para vaciar su salud, pero también tenemos por ejemplo a un jefe que nos hackeará a nosotros en nuestros propios hackeos, o incluso un jefe con el que debemos chatear e interactuar que nos hará trampas de atención, el cual considero personalmente el mejor jefe del juego.
El juego además dispone de coleccionables que desbloquearán un jefe oculto bastante chulo y dispone de un New Game + para más retos y más sorpresas siniestras.
Pony Island es un juego interesantísimo que ofrece la oportunidad de hacerte sentir cómo programar y modificar un videojuego. Y también dispone de choques argumentales muy exquisitos. Si estás interesado en estos temas de hackeo o simplemente te apetece un juego que varíe entre puzzles y acción, éste juego es para tí sin duda alguna.
El juego está disponible en PC.