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Perdió el PSOE

martes 14 de junio de 2016, 13:50h

Mucho ruido y pocas nueces, ese es el más rápido y certero análisis sobre el tan ansiado debate a cuatro en el que tantos tenían puestas sus esperanzas. Sin embargo, al poco de iniciarse la contienda ya se intuía que las cosas no iban a salirse de sus derroteros.

Albert Rivera, desdibujado con respecto al brillante 2015 vivido por una formación naranja entregado a su líder, recuperó un poco de fuelle y aunque no fue el de envites pasados, pudo poner contra las cuerdas a Rajoy en varias ocasiones siendo quien más le atizó en busca del famoso 20% de indecisos. Algunas encuestas le dan como ganador, pero su rictus acompañado de unas ojeras que el maquillaje no alcanzó a tapar dan buena muestra del desgaste sufrido por el catalán. Necesita urgentemente que este tiempo de campaña permanente finalice para recuperar parte de la frescura perdida.

Pablo Iglesias tenía una estrategia marcada y la siguió a pies juntillas, escenificando exabruptos cuando Sánchez repartía hacia su costado y de resto manteniendo una linealidad argumental y declamativa muy poco habitual en él, pero calculada al milímetro por su entorno. Se sabe segundo y cualquier salida de tono restaba votos, por lo que el perfil bajo elegido se adecuó a la situación pero nos privó de un espectáculo televisivo medianamente entretenido.

Pedro Sánchez sigue más perdido que un pulpo en un garaje. Incapaz de aprovechar la ocasión para reivindicar su figura, volvió a ser repetitivo y carente de espontaneidad, redundando una y otra vez sobre las mismas frases que pueblan sus decaída campaña. Su hieratismo le dio el liderazgo moral de la oposición en el debate a Rivera y en un grado más espiritual a Iglesias, que aprovechaba la debilidad de su contrincante para hacer guiños constantes a sus votantes. Quién habrá puesto ahí a este señor.

A Rajoy lo puso Aznar, y desde entonces hasta el día de ayer ha sido un via crucis político del que Mariano amenaza con salir indemne. El gran mártir de los últimos 15 años de la política española sigue con las orejeras puestas y rumbo a la recuperación económica, monotema con el que ya ganó las pasadas elecciones y ganará estas de nuevo, al menos en las urnas. Curiosamente, ayer el presidente en funciones contra toda expectativa tuvo uno de sus días más lúcidos. Estuvo bien en el apartado económico y supo defender bien lo que era defendible, aunque como siempre hizo aguas en lo concerniente a la corrupción. Su tono partenalista ayudado por la actitud de sus interlocutores le ayuda además a conectar con buena parte del electorado.

Según la encuesta que lea, verá como ganador a Iglesias, Rajoy o incluso Rivera. Pedro Sánchez no está ni se le espera, era el único que debía dar un paso al frente para demostrar al electorado que el PSOE sigue siendo el referente de la izquierda en este país, pero se le pasó la oportunidad, y también muchos votantes a C's o los que más, a Unidos Podemos. Ayer no ganó nadie, pero perdió el PSOE.

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