Parascevedecatriafobia
viernes 13 de noviembre de 2015, 10:00h
Los occidentales acostumbramos a relacionar el viernes 13 con la pésima fortuna, por una extraña combinación de numerología con episodios históricos y bíblicos funestos, la cábala o el tarot. Como escribo esta reflexión la víspera de la maléfica jornada, por curiosidad retrocederé hasta el último día en que coincidió esta misma dualidad.
En aquel entonces, Susana Díaz ni imaginaba que acabaría pactando con Ciudadanos para gobernar Andalucía; por tierras catalanas, las encuestas vaticinaban un resultado para CDC y ERC por separado superior al que acabaron cosechando unidos y según el Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat solo el 42,4 % de la población prefería la independencia; y en Grecia, el Ministro heleno de Finanzas, Yanis Varoufakis, era objeto de polémica por su ostentoso ático con vistas a la Acrópolis.
Apenas han pasado ocho meses desde el último viernes 13 y el paisaje ha cambiado de arriba abajo. La celeridad con la que se desarrollan los acontecimientos en estos tiempos es desconcertante y no solo la influencia de las elecciones municipales, insulares y autonómicas han sido las causantes del vértigo que se siente cuando echas la vista atrás. Parece que las nuevas tecnologías y el avance de la ciencia son imposibles de emular, pero las hojas del calendario se llenan y vacían con tanta rapidez que la actualidad ya ha caducado cuando se publica.
Al igual que pasa con los álbumes de fotos, fedatarios del inexorable paso del tiempo, conviene detenerse para mirar en derredor, antes de seguir avanzando. Incluso es recomendable bucear en la hemeroteca para percatarse de cómo lo nuevo eclipsa lo que tiene valor y con qué facilidad sufrimos de amnesia o vaciamos nuestra memoria RAM de lo importante, para no perdernos el tren de la actualidad. Corremos, la mayoría de las veces sin saber a dónde ni por qué motivo, pero siquiera hemos digerido el plato anterior cuando ya reservamos la mesa para el festín siguiente.
El título del artículo de hoy podría encabezar la lista de palabras impronunciables, pero solo quiere decir miedo al viernes 13. Una fobia que yo no tengo por la mañana en que cruzamos los dedos al desayunar, sino porque algunos descuentan ya los días que faltan para que llegue el “Black Friday”, sin reparar que solo han pasado horas desde que concluyó el “Single’s Day”. Estoy convencido de que no lo debemos estar haciendo muy bien si, como los niños, nos cansamos tan rápido del juguete que nos ha regalado el destino, cuando siquiera le hemos llegado a cambiar las pilas.
Acordarme de lo que pasó el último viernes 13, allá por el mes de marzo, me hace ser más consciente de cómo pasa el tiempo, sin necesidad de recurrir a las emociones fuertes que se avecinan y viviendo con más intensidad el día a día, aunque sea el de mala suerte.