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Para ir más lejos

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 13 de mayo de 2021, 05:00h
Un equipo de trabajo no es sin más la suma de personas con desempeños complementarios dentro de una institución. Hay otra dimensión que se convierte en el alma de una relación de trabajo compartido. Yo asumo solidariamente el trabajo del grupo, empujo y soy empujado sabiéndome copartícipe de un destino común.

Aquel dicho tan manoseado y tan poco aplicado de que “solos se camina más rápido, pero con otros se llega más lejos” es fundamental. Si una obra se sabe de largo recorrido, que es una obra de futuro y para el futuro, ha de aprender a marcar el ritmo de su conjunto. Ya he recordado aquella anécdota, vieja en su origen, pero elocuente en su fondo, de un municipio que se sentía mal por no contar con una banda de música:

Todos los municipios la tenían y ellos no. Y eso desdecía de la notoriedad que la corporación municipal deseaba que tuviera el pueblo. Creada la comisión correspondiente y puesta la fecha de inauguración, que sería en la procesión del santo patrón, se pusieron los responsables manos a la obra. Se buscaron los fondos económicos, se convocaron plazas de músicos y comenzaron a contratarlos. Establecieron el lugar de los ensayos tras designar al director de la banda. Todo iba bien, y los ensayos parecía que auguraban el éxito adecuado.

Llegaron las fiestas patronales y salió el santo de la Iglesia parroquial. Un desastre. Mayúsculo. Tremendo y terrible… Descompasados, sin ritmo, cada instrumento marcando un ritmo diferente. Vaya, una inauguración frustrante.

Reunida la comisión organizadora, convertida en esta ocasión en comisión de valoración, llegaron a la conclusión de que el error de fondo fue que no habían ensayado de pie y marcando el paso. No es lo mismo tocar un instrumento sentado y con el director en frente, que caminando a ritmo y con el director de espalda.

No valoro la verdad del cuento, sino la enseñanza que pretende recoger. El ritmo de un grupo es fundamental y hemos de saber andar al ritmo del otro aportando la potencia de la musicalidad del instrumento que cada uno toca. La importancia del grupo, del conjunto, de la unidad de marcha, del ritmo acompasado. Una banda exige capacidad de espera y adaptación.

Es lo que nos ocurre a cualquier sociedad que pretenda funcionar. No funcionaremos como sociedad si solo funcionan los servicios públicos. Hace falta que todos funcione y todos se acompasen, especialmente al ritmo de los más lentos.

En una escuela la programación no puede estar centrada exclusivamente en los alumnos de altas capacidades. Una buena programación tiene en cuenta, incluso a los repetidores.

Debemos hacer las cosas para andar más lejos.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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