País, Nación y Patria
Por
Juan Pedro Rivero González
jueves 29 de octubre de 2020, 06:00h
La semana pasada Pedro Sánchez tuvo una audiencia oficial en Roma con el Papa Francisco. Me admira, sinceramente, la gestión de los tiempos de quienes tienen la alta responsabilidad del gobierno. Entre la moción de censura y la gestión de los nuevos presupuestos generales, nuestro Presidente tuvo tiempo para visitar al Papa. Los medios de comunicación han sido bastante austeros con esta información.
El Papa, tal vez porque en esta ocasión podía usar su lengua natal, improvisó o, al menos, habló sin papeles a la representación española encabezada por el Presidente del Gobierno. Fue una intervención muy cercana y sencilla, como quien conversa agradecido por la visita, y enviando un saludo al resto de parlamentarios españoles a su regreso. Le decía a Pedro Sánchez que transmitiera su reconocimiento a quienes en España se dedicaban a la política, a la que ya Pablo VI calificaba como la más alta forma de la caridad.
La política es una forma de ejercer la caridad. Si se piensa bien esta frase, y si se reconoce la profunda verdad que encierra, si somos conscientes de que se trata de un servicio al bien común del resto de ciudadanos, no deberíamos desdeñar de entrada el compromiso personal en política. Pero la gestión pública está tan manchada por la lucha encarnizada por los votos, por las mentiras y corrupciones a las que casi nos acostumbramos, que muchos sienten que la política no es el compromiso vital ideal.
El Papa le dejó en el aire una frase para el viaje de regreso. «Un político está llamado a hacer progresar el país, a trabajar por la consolidación de la nación y a hacer crecer la patria». Y aquí está la clave de lo que le proponía el Papa. Estos tres conceptos son tan complementarios y poseen la suficiente diferencia inherente, que es fácil reconocer un discurso en tres palabras.
Es necesario el progreso de un país, sí; pero un progreso que olvida a la gente, a quienes constituyen la nación y son aunados bajo un único gobierno es una forma atroz de parcialidad y marginación. Un progreso sin raíces es insostenible en el tiempo. Por eso el progreso del país debe sustentarse sobre las bases históricas y culturales de una patria. Y toda esta ingente tarea debe ser objeto de una caridad de gigantes. La deconstrucción de los conceptos y de las instituciones no cosecha bien común.
Me ha gustado este discurso de tres conceptos. Al menos me ha servido para acudir al diccionario y repasar los significados de estos términos. Porque el lenguaje corriente y la sencillez popular nos vinculan los conceptos a otros contenidos, a veces marginales a su verdadero significado.
Desde Cáritas escuchamos con alegría este mensaje pontificio. No cabe duda que el verdadero progreso no es de unos pocos, sino de todos. El progreso del país nos implica a todos y mira por todos. Eso convierte el país en nación. Y una nación no puede ser sostenible y solidaria sin país y sin patria. El pasado puede contener errores y heridas, pero también contiene luces y riquezas. Cuando en el ayer hay integración reconciliada, en el futuro suenan aplausos y abrazos.
La realidad no cabe en palabras. Está claro. Pero las palabras huelen a realidad.
Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife
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