Semana trágica para más de un personaje que días atrás se paseaba pinturero por las moquetas de los palacios ministeriales. De principio hay que aludir a la guerra soterrada iniciada por un ex asesor de Aznar que ha sabido responder con inteligencia y cintura al movimiento social comunista, fallido, de la moción murciana. Esa convocatoria de elecciones anticipadas en Madrid cortocircuitó aviesas intenciones de extender, más allá de Murcia, esa moción parlamentaria, el amor de otro gurú áulico y de su señorito. El conocido como MAR, movió ficha, configuró un jaque que, con la asistencia de un alfil murciano, acabó en mate. Pero, no solamente
provocó temblor en el tablero, sino que hizo levantar a su “señorita” un grito que pretende aglutinar a todo cuanto elector que no comulgue con los predicados de la izquierda, sea “sanchista”, sea comunista, sea marxista. Y aún más, el grito oponiendo socialismo, comunismo, a libertad, también va a servir de cedazo para que, los hombres y mujeres no empesebrados por el hombre espejo, se desliguen de una ideología implantada en el odio y en el guerra civilismo destructor.
La planteada opción entre libertad o comunismo y socialismo, fija al electorado ante el dilema de mantenerse en un estado de alarma perpetuo o en un tiempo de libertades y derechos. Ese lema es un grito unificador de voluntades, al tiempo que una expresión de esperanza para el ciudadano para salir de esa deriva de inseguridad jurídica. Un estado de convivencia, en el cual todo está permitido por parte del gobierno, mientras se vive en una incertidumbre de futuro. Ayuso ha ganado la inicial partida a Sánchez, a Iglesias, a Arrimadas, incluso a Casado, pero el juego continua.
El asalto siguiente delimita, perfectamente, el terreno de juego, es decir, todo el perímetro nacional. De antiguo padece Ayuso y su ejecutivo el odio por parte del gobierno social comunista. Un gobierno que funciona, que crece en su consideración pública, que gestiona con eficacia y sin presión fiscal y que, para más inri, no es feminista sino dirigida por una mujer, es un plato incomestible para el social comunismo. Hay que abatirlo.
La frase “España me debe una” dicha por Ayuso en relación con el anuncio del impresentable Iglesias de abandonar la vicepresidencia, implica extender el proceso electoral más allá de Cibeles. Y la airada reacción del dicho comunista, del gurú Iván y de todo el gobierno social comunista así lo demuestra. El 4 de mayo puede significar una remembranza, una evocación, del famoso 2 de mayo, produciéndose un levantamiento electoral, no contra el gabacho sino contra el comunismo, el socialismo marxista, la negación de derechos al amparo de la mentira, del nepotismo, d la inseguridad jurídica y de las colas del hambre parroquiales.
España tiene cerca de cinco millones de parados, más de 55.000 mayores han fallecido en residencias, las listas de dependencia en espera son de 34.000 personas y los expedientes pendientes de resolución más de 21.000, y el vicepresidente responsable de las residencias no ha pisado ni una, mientras que la ministra de Trabajo, con su paro, lleva camino de ser aupada a una vicepresidencia. Esta es la España del social comunismo de Sánchez e Iglesias.
Posiblemente, el Iglesias, que arrasa cuanta mujer se le opone en su “asalto al cielo”, efectivamente, se ha aburrido de no hacer nada y huye de su empalagoso cargo y de sus abandonadas responsabilidades. Y, sin rubor alguno, se lanza a liderar una candidatura, a solicitar agrupaciones, a insultar al adversario, enemigo para él, a llamar a las “barricadas” a sus huestes, a exigir que todos los medios adocenados le den caña a Ayuso, sin darse cuenta ― sería trabajo hacerlo ― que “ni los suyos le van a contratar”, según mordaz comentario leído.
Quizás a Sánchez su Ivan ya le haya susurrado la frase de Churchill, según la cual, “pretender domesticar a un comunista es como cortejar a un cocodrilo”. Abre la boca y no se sabe si te sonríe o si te muerde. Y, entretanto llega el día de su despedida del Consejo de Ministros, con alegría reprimida sin duda, es dado pensar qué hará el gran líder supremo comunista, fan de Lenin, de Stalin, de Maduro, cuando sus palomas puedan volar libres, sin el ojo avizor del alfa vigilante. ¿Obedecerán sus instrucciones para el Consejo de Ministros? Ya delata que desea dejar legado; la Diaz proclamada la primera mujer presidente del gobierno, a pesar de cinco millones de parados y miles de empresas y autónomos cerrados. Sánchez, entretanto medita y escucha el susurro del Iván: Perder Madrid de forma estrepitosa es un riesgo que se extenderá al resto del país y se debe evitar.
El listo Ivan, sabe que Ayuso puede ser el ejemplo que aglutine a todo el electorado no progresista, no radical, bajo un mismo paraguas; la libertad y el derecho y la baja presión fiscal y la educación libre y la sanidad efectiva y la gestión austera. Mucho peligro implica esa mujer, demasiado para todo político que no sepa ciertamente qué es y qué significa interés y bien común. Un retornado 2 de mayo nos vaticinará si, efectivamente, una mujer puede ser presidente del gobierno español. E Iván lo sabe.