El 8M se ha convertido en un aquelarre desagradable con toda la carga ideológica impuesta y exigiendo que se acepte el todo a riesgo de ser señalado. Se exige a la sociedad que compre el pack completo, indivisible. Y en el pack no puede haber más falsedades y más descaro.
En su opinión los roles psicológicos, sociales y sexuales asociados a la condición masculina y femenina, son una pura construcción cultural, hecha por el hombre, para “esclavizar” a la mujer como hembra al servicio de la “función reproductiva”, en beneficio del varón, a través de esa “institución opresora” que es el matrimonio.
Por tanto, si no hay ninguna distinción que sea natural y no cultural entre hombre y mujer, lo que hay que hacer para liberar a la mujer es erradicar, “deconstruir” todas las categorías culturales, religiosas, jurídicas y lingüísticas que durante siglos se han puesto en marcha para reforzar –según esta ideología- la distinción antinatural entre hombre y mujer.
Prefieren el término “género” al de “sexo”, porque sexos sólo hay dos. “Género” es un término tomado de la lingüística, y nos lleva al terreno de lo cultural. Para ellas, el “genero” es una construcción personal que cada uno hace libremente; a esa construcción es a lo que llaman “orientación afectivo-sexual”.
A las feministas las tendremos hasta en la sopa. Estos últimos meses hemos sido conscientes de la invasión que están haciendo de los medios, las redes sociales, las multinacionales… haciendo invisible a esa inmensa mayoría que aún no han podido abducir.
Que la mujer tiene una identidad propia y exclusiva cuyos rasgos fundamentales vienen determinados por la maternidad, tenga hijos o no. Que la mujer no está discriminada en occidente por ser mujer sino por ser madre. Que la masculinidad de los hombres complementa la feminidad, y es preciosa. Que dejen de manipular a la mujer y anular al hombre.
¿Qué es, para los ideólogos de la filosofía de género, lo único malo que hay en materia de sexualidad? Aquello, dicen, que fija a la mujer como mujer; es decir, la maternidad, que es lo que hace que la mujer quede consagrada físicamente como mujer, y aquella institución inventada por el varón para esclavizar a la mujer a la maternidad: el matrimonio. Por eso, todos los planteamientos de la ideología de género están imbuidos de verdadera fobia a la maternidad y al matrimonio.
Yo no sólo no lo admito, sino que además lo denuncio. Y les pediría que también ustedes lo hagan, y que difundan aquello que hable de la verdad sobre la mujer, sobre el hombre y la complementariedad.
Bien sabemos lo que tenemos enfrente y lo que viene, también sabemos que la verdad brillará, pero hace falta quien sujete y alimente la antorcha.
No somos pocos, somos la inmensa mayoría, pero nos silencian. Por eso lo que cada uno haga, es importante y cuenta, porque cada uno llega donde no llegan los demás.