Pedro y Pablo están en campaña electoral. Han aparcado por unos días sus obligaciones ejecutivas en el gobierno de España para salir al ruedo de las elecciones catalanas. Desde hace muchos años, la contienda electoral se desarrollaba en pura clave autonómica. Las injerencias nacionales se interpretaban como “causa belli” y se dinamitaban. El papel y la presencia de los líderes nacionales, era, obligadamente, testimonial. Las negociaciones y apoyos al gobierno de nación, se producían tras el recuento definitivo, en un formato de cuasi bilateralidad.
El escenario actual es distinto. Los partidos independentistas se han convertido en las muletas del gobierno social comunista de España. En el lobby que marca los objetivos que se ejecutan desde Moncloa para todos los españoles.
El gobierno presidido por Sánchez, custodiado por comunistas y secesionistas, solo tiene capacidad para ejecutar las políticas que estos le bendicen. Comunistas y secesionistas son los que marcan las actuaciones del gobierno de todos, mientras ejercen el rol de eficientes muñidores de la hacienda nacional presidida por los socialistas.
En realidad, Pedro como secretario general del PSOE ha jugado un papel determinante en las decisiones electorales de la Federación Socialista Catalana. De hecho, el PSC, recurrió la sentencia que paralizaba las elecciones, emitida a instancias de ERC; si, de los mismos que las habían convocado.
El supuesto “efecto Illa”, dimensionado por Tezanos y gestionado por Redondo, dio una patada a Iceta hacia Madrid, cambió al asistente de Simón en la gestión de la epidemia y retó la COVID-19. El intento de doblegar a Junqueras en su tierra era demasiado tentador. La posibilidad de inhabilitar funcionalmente, al chico de los recados de Junqueras en el Congreso, a Rufián, se había convertido en un objetivo principal. El efecto Illa, está evolucionando, al parecer, hacia un potente estímulo para la desmovilización.
A Pablo, la pareja de Irene, que a ratos ejerce de Vicepresidente del Gobierno de Sánchez, y que tiene asignadas, a modo florero, las competenciales sociales, no se le ha ocurrido otra cosa, que orientar como eslogan, una intensa campaña para denostar la calidad de la democracia en la que fue elegido Diputado; del país que le ha nombrado miembro de su ejecutivo.
Pedro y Pablo, hasta ayer, han estado en campaña electoral. Con sus despropósitos han sustituido y superado al entretenimiento del clásico carnaval. Todo sea para la “modernización” de España.
Buen finde.