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Más allá de la pandemia

martes 12 de enero de 2021, 04:00h

Llevamos meses atrapados por la pandemia, casi un año entrelazados con el virus, con casi toda nuestra atención y nuestra preocupación puestas en el avance y las secuelas directas de la infección y hemos descuidado considerar en toda su trascendencia otras consecuencias muy negativas y que perdurarán más allá del final de la plaga.

Al demandar una extraordinaria dedicación de recursos sanitarios de todo tipo, materiales, humanos y económicos, llegando por momentos hasta la saturación del sistema, ha provocado un descuido, una desatención, a otras patologías, sobre todo las crónicas, también una quiebra de muchos programas de salud pública, especialmente en el ámbito de la atención primaria y un retraso de muchas intervenciones quirúrgicas y de exploraciones diagnósticas.

No solo la saturación del sistema sanitario ha conducido al aplazamiento o demora de muchos procesos y programas asistenciales, sino también el hecho de que muchos ciudadanos por prudencia o por precaución han dejado de acudir a las consultas, o las han retrasado “sine die”.

Todo ello sostenido en el tiempo tiene y va a tener muy serias consecuencias sobre la salud pública y la individual de muchos ciudadanos. Muchos procesos crónicos empeorarán por los tratamientos interrumpidos o precarizados. Muchos diagnósticos se realizarán tarde, algunos demasiado tarde. Muchas articulaciones degenerarán por la tardanza en recibir las necesarias prótesis y así sucesivamente.

También existe ya y va a empeorar un serio problema de salud mental. La pandemia y sus consecuencias sociales y económicas están teniendo un impacto en el estado de ánimo individual y colectivo, incrementando el pesimismo, las sensaciones negativas, la desmoralización y, en último término los estados depresivos. Va a ser necesario aumentar los recursos de asistencia psicológica y psiquiátrica.

Los indicadores de salud empeorarán y la esperanza de vida sufrirá probablemente un retroceso, no solo por la acción directa de la covid 19, sino por todo el conjunto de problemas derivados.

La pandemia acabará algún día, no en el inmediato futuro, pero no la sobrecarga y la saturación del sistema sanitario, que tendrá que hacer frente a todas las actuaciones pospuestas y a todos los problemas sobrevenidos. Y tendrá que hacerlo con unos profesionales que también están padeciendo fatiga física y psicológica que pueden conducirlos al límite de su resistencia, al fin y al cabo no son superheroínas ni superhéroes, aunque se comportan como tales, ni tienen superpoderes, aunque a veces lo parece y sobre todo tienen profesionalidad, ética y vocación, pero todo tiene un límite y la salud, física y sobre todo psicológica, del personal sanitario se está resintiendo y solo puede esperarse que vaya empeorando.

Nuestros políticos, que no se han lucido hasta ahora en la gestión de la covid 19, deben considerar seriamente el hecho de que van a ser necesarios más recursos de todo tipo, materiales, personales y económicos para el sistema sanitario y que van a serlo de manera sostenida por mucho tiempo, mucho más allá del final de la pandemia, de modo que pueda atender al incremento de necesidad asistencial y que esté preparado para nuevas epidemias que inevitablemente aparecerán más pronto que tarde.

Y sobre todo, deben dar a los profesionales el trato que se merecen, el reconocimiento a su esfuerzo y no escatimarles o recortarles sus nada generosas remuneraciones.

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