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El ministro candidato

Por Francesca Jaume
lunes 11 de enero de 2021, 05:00h

Ya nos habíamos dado cuenta de que aquello de que la mujer del César además de ser honesta lo tiene que parecer no va con nuestro actual gobierno. Cualquiera que tenga en la política su actividad habitual es perfectamente conocedor que cualquier paso se puede malinterpretar y magnificar en sentido negativo, y más en la era de las redes sociales.

No le importó al presidente del ejecutivo Pedro Sánchez cuando publicó una fotografía suya con gafas de aviador dentro del avión Falcon del Ejército del Aire, ni tampoco con la digitación de su esposa María Begoña Gómez como codirectora de un máster en la Universidad Complutense de Madrid. Si la segunda autoridad del estado no es capaz de intuir que estas situaciones son una bomba de relojería en manos de la oposición y de una sociedad totalmente vampiresca, apaga y vámonos.

Se repite esta situación ahora con el nombramiento de Salvador Illa como candidato a la presidencia de la Generalitat de Catalunya por el PSC sin que dimita de su actual puesto como ministro de Sanidad, o al menos hasta que empiece la campaña electoral.

Las justificaciones ya se han dado por parte del Gobierno y del PSOE, aunque no han resultado satisfactorias. Si no es el momento oportuno de abandonar la cartera ministerial -dada la emergencia sanitaria derivada del COVID-19-, pues tampoco debería de haber sido proclamado candidato, porque somos plenamente conscientes que el 14 de febrero estaremos todavía lejos de haber solucionado la situación.

Por otra parte, sabiendo lo que supone la preparación de una campaña electoral en unos comicios tan complicados, no creo que nos podamos permitir en estos momentos un ministro que tiene que compaginar ambas labores. Independientemente de que la campaña dure quince días de manera oficial, son muchas las labores que se tienen que llevar a cabo con carácter previo en las que son necesarias la intervención del cabeza de lista.

Además, es difícil de creer que no se utilice la posición como ministro ante los medios de comunicación con fines electoralistas, ni que sea de manera velada.

Pero bueno, no será tampoco en esta ocasión en la que el partido o partidos que forman un gobierno se aplicarán la canción que cantaban cuando estaban en la oposición. La falsificación de la conciencia política ya la tenemos bien asumida: una cosa está bien hecha si la hago yo, y mal hecha se la hace el contrario.

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