El día de los Inocentes, aunque se haya transformado en una jornada de bromas, se conmemora un episodio que, si bien es puesto en duda por casi todos los historiadores, representa una de las peores matanzas de la humanidad. Como es harto sabido, el Evangelio según San Mateo relata cómo el Rey Herodes el Grande, al sentirse amenazado por el posible nacimiento del Mesías que cambiaría el orden mundial, ordenó asesinar a todos los niños menores de dos años nacidos en Belén.
Matanzas literales y metafóricas de menores de edad las sigue habiendo a día de hoy, basta ver las tristes imágenes que nos llegan a través de los medios de comunicación por ejemplo de Siria, sin embargo, entre nosotros, tenemos una triste realidad que se ceba con menores de edad.
Aunque no queramos verlo porque representa la parte más triste de la sociedad, son muchos los niños que entran en situación de tutela administrativa porque han tenido la mala suerte en este azar que que es la vida, de haber nacido de unos progenitores que no tienen la capacidad suficiente como para poder mantener y educar a unos hijos. Estos menores de edad, totalmente inocentes, crecen marcados de por vida por no tener el amparo familiar deseable, y no pueden labrarse un futuro en igualdad de condiciones que los demás niños, con lo que ello supone para su integración social, cultural y laboral.
Una de las soluciones a esta desgracia personal que ninguno de estos niños ha tenido la ocasión de elegir es la adopción infantil. Sin embargo, llama poderosamente la atención lo largo y arduo que es el proceso de adopción de un menor nacido en el estado español. Y no nos referimos sólo a la situación de acogimiento, que muchas personas desechan porque supone tener que desprenderse del menor tarde o temprano, sino a la adopción de aquellos menores que de manera irremediable crecerán sin padres.
A buen seguro que muchas personas que optan por la adopción internacional no les sabría mal la adopción estatal ésta sino fuera tan complicada y extenuante. Y no es que se trate de una cuestión de xenofobia ni chovinismo, pero dificultar la adopción “doméstica” habiendo una oferta y demanda suficientes -perdón por el símil mercantil- es algo que nos hace pensar que, también muy cerca de nosotros se produce a diario un auténtico “Día de los Inocentes”.
Uno se pregunta por qué es tan difícil adoptar un menor nacido en España.