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De vueltas con el Poder Judicial

sábado 19 de diciembre de 2020, 12:54h

En las épocas de incertidumbre económica, de inseguridad o crisis de salud pública, los ciudadanos están muy sensibilizados con los aspectos de gobierno que puedan contribuir a controlar la situación, mejorar su calidad de vida y aportar confianza.

En estos casos, están verdaderamente sensibles e inquietos. Inquietos y preocupados. Preocupados por la deriva radical e intervencionista del modo de hacer política del gobierno de coalición social comunista

No se le escapa a nadie que la mayoría parlamentaria de los presupuestos está abonada a tomar todas las decisiones necesarias para garantizar su permanencia en el poder. El resultado es la imposición sistemática de los programas de las minorías a la mayoría de los ciudadanos. El estado de alarma y la disminución de los mecanismos de control facilitan el resto.

De hecho, se está entrando en tromba, sin la necesaria reflexión colectiva, en medidas con un gran carga ideológica, en la regulación partidista de la lengua vehicular en la enseñanza, la regulación del suicidio asistido, en las transferencias estatutarias esenciales asimétricas y en otros muchos temas cardinales sin el mínimo consenso y a rumbo de colisión.

El caso de la sorda, continua y asfixiante polémica sobre la renovación de los órganos jurisdiccionales y el propio Consejo General del Poder Judicial no pasa desapercibida para nadie. Como lego y por tanto desde el más absoluto desconocimiento del derecho, resulta complejo expresarse con precisión sobre esta cuestión de gran calado técnico. Sin embargo, el desconocimiento no exime de la percepción de alarma ante el intento indisimulado de proponer para la nueva composición del órgano de gobierno de los jueces a juristas de prestigio que prioricen la ideología.

Se percibe una lucha encarnizada ante los nuevos nombramientos. La voluntad de impedir cualquier fórmula que no aporte una tácita y clara mayoría en las votaciones del CGPJ no va a ser permitida por la formación que sale perdiendo. El planteamiento partidista de una elección sustentada sobre el quién y no sobre el qué tiene aspectos inquietantes.

Mientras miles de jueces, con más compromiso y profesionalidad que medios, se esfuerzan a diario en impartir justicia, la renovación del órgano que los representa esta en todos los medios por los intentos de escorarlos desde el ejecutivo por ideología y partidismo.

De los jueces esperamos que impartan justicia, no que esta sea azul o roja. Mucho menos que se escore al verde, al amarillo o al morado. Primero porque la justicia debe ser justa independientemente de su pantone y en segundo lugar porque la inmersión territorial o la radicalidad pueden escorar las decisiones hasta su devaluación absoluta.

La premisa básica de la separación de poderes que establece que el Poder Judicial debe ser independiente del Legislativo y del Ejecutivo salta por los aires y debilita el principio de imparcialidad. Mucho me temo que a esto no hay filósofo que lo gestione ni vacuna que lo resuelva.

Buen finde.

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