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Ni chocolates ni tomates

Por Pilar Carbonell
domingo 06 de diciembre de 2020, 04:00h

El chocolate es para muchos uno de los grandes placeres de nuestro paladar. Un alimento que llegó a España después de la conquista de América y que con el tiempo se ha convertido en un producto valorado y venerado por todas las edades.

Durante las fechas navideñas los amantes del chocolate están como pez en el agua. Bombones y derivados de ese dulce a veces amargo inundan las estanterías y escaparates de los comercios, convirtiéndolo en algo irresistible. Seguro que nos hemos preguntado muchas veces que tiene el chocolate que guste a todos. No somos el país del mundo que más consume pero aun así de media cada español saborea unos dos kilos al año.

El chocolate pasó de ser una bebida en su llegada a nuestro país hace algunos siglos a un alimento transformado en regalo deseado. ¿Quién no ha regalado una caja de bombones al ser invitado a una cena o a un amigo por su pronta recuperación al visitarle?

En realidad cuántos de nosotros paramos a pensar que hay detrás de esa manteca de cacao elaborada y brillantemente envuelta, acaso indagamos en cómo se cultiva y se produce el cacao. Por regla general son tareas que no realizamos.

En la actualidad casi el 70% del cacao que se cultiva en África, concretamente en dos países Costa de Marfil y Ghana, países donde la mayoría de sus ciudadanos no tienen cubiertas ni las necesidades básicas, donde la renta per cápita no supera los dos mil dólares, donde una gran parte de la población sigue sin agua corriente y donde el acceso a un hospital es un lujo.

Estas son las personas que cultivan gran parte de las vainas de las que se obtiene el cacao. Si tenemos en cuenta que cada árbol solo produce un kilo al año, que las plagas en muchas ocasiones echan a perder la cosecha, es una aventura más que un negocio. Familias enteras implican a todos sus miembros incluso los más pequeños en la recolección de lo que les permite subsistir. Estos pequeños agricultores se ven obligados a venden el cacao a precios irrisorios a compradores con vehículo propio que pasean por las aldeas ya que no tienen ni como acercarlo a la cooperativa. Una vez exportado se lo rifan las tres multinacionales que controlan el mercado, lo distribuyen para que manos artesanas y algunas mecanizadas lo conviertan en bocados apetecibles a precio de oro.

Estas fiestas ablandan el corazón, solemos ser más sensibles con aquellas cuestiones que afectan a personas, pero creo que ni conocer los orígenes del chocolate ni la Navidad, harán que usted y yo dejemos de comer bombones estos días ni el resto del año, pero no se escandalice porque cerca tiene un ejemplo parecido, miles de agricultores españoles cultivan sus campos y aunque si bien lo hacen con mejores medios, el precio que reciben por sus productos es irrisorio y no por ello dejaremos de comer tomates!! Disfruten el chocolate aunque hoy le sepa un poco amargo.

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