¡A vueltas con la Ley Celaá!
Por
Miquel Pascual Aguiló
viernes 27 de noviembre de 2020, 03:00h
“A veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quiénes están del otro lado” (Leonard Cohen).
Cuando veo que Abascal y Casado se ponen a gritar como energúmenos en el Congreso de Diputados contra la Ley Celaá me da que debe ser una buena ley.
Cuando veo que la Iglesia católica con el Opus Dei y el cardenal Cañizares al frente (la reinona del carnaval, con la cola roja de cinco metros) están echando un pulso al Gobierno, pienso que ha llegado la hora de retirarles los 11.000 millones de euros de subvención.¡Hay que ver cómo se ponen cuando les tocan el bolsillo!
Cuando me entero que el gasto por alumno en la escuela pública es de 822€ y el gasto por alumno en la concertada 1.549€ considero que es una canallada y que tenía que cambiar.
Cuando me entero que Vox en su programa electoral del año 2016 y en el anterior (tengo copia obtenida antes de que lo borraran de su web) pone literalmente “acabar con la educación especial” y sin vergüenza lleva días haciendo algo repugnante: Mentir a las familias con niños con discapacidad diciéndoles que se va a acabar con la educación especial, siendo que en la nueva Ley pone lo contrario, me entran ganas de vomitar.
Cuando advierto que lo que cabrea a los neoliberales que exigen un Estado mínimo y ahora se enfadan si no se subvenciona por todo lo alto la educación privada o concertada porque se han dado cuenta que con la Ley Celaá la empresa concertada no podrá hacer lo que le de la gana, que va en contra de sus intereses pecuniarios, por que por mucho que hablen de manipulación de la enseñanza, ellos saben perfectamente que esta ley les impedirá el adoctrinamiento con el dinero del estado y eso les pone muy nerviosos, si no pueden adoctrinar separar por sexos, segregar entre ricos y pobres, cobrar ni elegir la clase de personas, entonces se les cae su chiringuito y por eso están que se suben por las paredes, me alegro sobremanera.
Cuando veo a los borjamaris manifestándose en limusina para que el Estado, con el dinero de toda la sociedad, les subvencione su capricho de escuela privada (porque si bien el estado tiene la obligación de financiar una escuela pública, gratuita y de calidad, no tiene ninguna obligación, ni legal, ni política, ni moral de financiar una escuela privada, elitista y particular, porque el Estado tiene la obligación de cubrir gratuitamente el derecho a la educación, pero no tiene la obligación de cubrir las elecciones ideológicas , políticas, ni de religión de los padres) me sublevo.
Cuando considero que si bien es cierto que los padres tienen derecho a escoger libremente el centro educativo, como también lo tienen de elegir su casa, su coche y su lugar de vacaciones, no tienen derecho a que todos los españoles se lo paguemos, y que podrán seguir llevando a sus hijos a los colegios privados que quieran, porque lo único que cambia con la ley Celaá es que ahora lo van a tener que pagar todo de su propio bolsillo los padres y no el resto de españoles, me alegro.
Cuando veo a los ricos presionando para que los pobres les sigan pagando sus caprichos escolares, me enfado
Cuando veo a un grupo de monjas manifestándose al grito de “Queremos elegir el cole de nuestros hijos” alucino.
Cuando me entero que ley Celaá acaba con el negocio de las escuelas concertadas, el adoctrinamiento infantil, el dominio de la Iglesia y la corrupción política, me congratulo.
Cuando oigo al facha, muy sin vergüenza y canalla Bertín Osborne, puro representante del más cutre machismo hispano, puro representante del rancio señorito andaluz, aprovechándose de forma descarada y vil de la desgracia de tener un hijo que necesita escuela de educación especial, miente descaradamente diciendo que la Ley Celaá elimina las escuelas de educación especial, siguiendo ciegamente lo que hipócritamente dice Vox, siendo todo lo contrario, me da nauseas.
¿Capisci?