En mi tierra natal hay una palabra que utilizamos casi desde que nacemos y es “cuadrilla”. Con este término denominamos al grupo de amigos que se une para salir juntos y disfrutar de la vida, gustos y aficiones comunes hacen que nos unamos y que perdure esta relación durante años.
En mi caso, tras 20 años fuera de mi tierra natal, sigo manteniendo la cuadrilla de mi época de juventud, con la que hemos compartido un sinfín de intereses comunes, vacaciones, cenas, comidas, bodas, bautizos, funerales y un sinfín de eventos, que con el paso de los años, ni tan siquiera la distancia física, ha hecho que nos separara.
Pero tras tantos años disfrutando de esta amistad, ahora hay algo que parece que quiere imponerse y es la separación de las personas, disfrazada de Coronavirus, que nos impide juntarnos y celebrar ocasiones, vacaciones, fechas especiales, que nos unían como pocas veces había visto hacer.
Es cierto, que gracias al zoom, seguimos manteniendo esa unión y sin perder la fe, seguimos planificando momentos en un futuro que imaginamos no tan lejano, pero parece que nuestras autoridades piensan que en el dividir, van a vencer, al virus y a muchas otras cosas.
El famoso dicho “divide y vencerás”, tiene una razón de ser, cuanto más nos separemos y menos unidos estemos con nuestros seres queridos, parece ser que combatiremos antes al virus, pero con él puede ser que perdamos otras muchas cosas, abrazos perdidos, enamorados aislados, familias separadas, amistades distanciadas y décadas de unión de seres humanos que se juntaban para expresar su amor y confianza, aunque en ocasiones, nuestros egos y perezas, nos hicieran ver que no nos apetecía mucho ese reencuentro.
¿Cuántas veces se han encontrado diciendo que no querían acudir a esa cena de Navidad? y ¿no les pasa que ahora que nos lo prohíben, que no podremos ver a nuestro hermano, nuestra cuñada la que siempre se queja de todo, o aguantar las tonterías de nuestros abuelos, lo echamos en falta?
Es cierto que también en esa unión de grupos el mal aparecía en la mesa de muchos y permitía que ciertos grupos reivindicativos pudieran unirse para confabular contra gobiernos y estados y ahora también lo tendrán más complicado, pero realmente, ¿esto es lo que nuestros gobiernos temían que pasara, mientras que ellos aprovechan este tiempo para instaurar leyes que de otra manera nunca hubieran podido hacer, o multar al ciudadano por expresar su libertad?
Sinceramente yo nunca había sentido falta de libertad en mi país, ni como mujer que soy, ni como ciudadana, pero ahora, más que nunca, con un toque de queda instaurado en las calles y una incertidumbre reinante en nuestras calles, comienzo a sentir miedo por perder esa libertad y esos derechos que tantas décadas nos ha costado conseguir.
Y no hablo de que eche en falta el hecho de salir de madrugada a la calle, pues hace muchos años que deje de hacerlo, hablo de algo más, de perder esos afectos que nos ha costado construir muchos años, de alejarme de los que amo, mi familia, mis amigos, por no poder crear esos planes y esos momentos de apego, por no poder disfrutar de la vida, con la libertad que hasta ahora siempre sentí que tenía.
Hablo de viajar, conocer, amar y compartir, hablo de emociones rotas, de enfermedad y negatividad en nuestras palabras y en nuestras bocas.
Hablo del desconcierto que siente la población, de la incertidumbre y del dolor de la distancia.
La enfermedad va a acompañarnos, parece ser que por bastante tiempo, pero ¿conseguiremos que el resto siga intacto con el devenir de los meses y quien sabe si pudiera convertirse en años?
Espero que todos seamos más inteligentes y que por lo menos mediante internet, podamos seguir viéndonos y sintiendo esos lazos que creamos en la distancia y que los seres humanos no enfriemos nuestros lazos de amistad y dejemos congelar nuestros corazones.