Entre el toque de queda, el confinamiento perimetral asimétrico, las restricciones a la movilidad local intermitente, la cuarentena sectorial discrecional variable y las recomendaciones personales de auto aislamiento, vamos creando en el ciudadano un galimatías mental de órdago. Un verdadero estado inducido de confusión.
La diversidad de las actuaciones contra la pandemia y su variabilidad generan una inevitable crispación en la población que se eleva al grado de irritación ante el indisimulado tactismo partidista que se eleva hasta los propios gobiernos.
La propia información de las recomendaciones y de las medidas de obligado cumplimiento para hacer frente a la preocupante progresión de la pandemia está resultando caótica.
La percepción de confusión se intensifica en un horizonte en el que se aprueban medidas de limitación de la movilidad para los próximos seis meses que inevitablemente van a deteriorar la ya preocupante situación socioeconómica y laboral de muchos ciudadanos y a poner en riesgo la viabilidad futura de muchos negocios. Los expertos vaticinan que destrucción del tejido productivo tardará años en recuperarse.
Ya de por sí resulta compleja la aplicación de medidas contra la pandemia para limitar contagios por el coronavirus como para que además vengan cargados de discrecionalidad e impregnados de enfrentamiento político.
Que las medidas de restricción de movimientos, especialmente entre territorios, quede bajo la decisión de los gobiernos regionales no debería influir en la coordinación, la homogeneidad y la previsibilidad de las recomendaciones.
La cifra de contagios no para de crecer, el número de muertos diarios se mantiene por encima del centenar. En este mismo sentido, cuando parecía que lo habíamos visto todo en la gestión de la pandemia nos enteramos, por los medios, que bajo el misterioso “Tsunami democrátic” sobre el que se apoyaban muchas de las decisiones y recursos orientadas a la sedición de Catalunya, se escondían presuntos desvíos de dinero público destinados a empresarios afines a la independencia. Bajo la protección administrativa y la falta de transparencia del anterior estado de alarma se cree que estas partidas se intensificaron.
En este escenario, preocupa que la aprobación de seis meses de restricciones de dudoso encaje legal y los apoyos a unos hilarantes presupuestos Generales del Estado estén mediatizados por las componendas entre formaciones que han acreditado fehacientemente su aversión a España tal como la conocemos y ajenos a los 40 años de concordia y progreso.
Distintos analistas afirman que el nivel de alarma ante la situación política supera al de la propia epidemia. No es para menos. Buen finde