Iglesias va acumulando causas judiciales que se ven enlentecidas por las garantías procesales vinculadas al cargo que ocupa. Tras sermonearnos durante años, cual charlatán, con acabar con los privilegios de los dirigentes políticos resulta que se cobija detrás de ellos.
Cuantas veces le hemos oído decir que venía a acabar con los aforamientos. Que eran un anacrónico privilegio de la “casta”. La realidad, la cruda realidad, es que los utiliza para parapetarse. De hecho, hoy, sin los privilegios que tanto detesta, sin garantías extraordinarias, estaría imputado. Además, si nos atenemos a la información publicada no son precisamente causas del ámbito político sus causas pendientes, cuando el aforamiento va orientado a estas situaciones.
Precisamente la imputación es la situación procesal que él y su cuadrilla han utilizado de forma sistemática para pedir la dimisión de centenares de cargos públicos de otras formaciones, llegando según se puede consultar en la hemeroteca a situaciones interpretadas como de acoso personal y familiar.
Si atendemos a sus arengas, donde un ciudadano de a pie se queda a disposición de la justicia, en el banquillo, el vice ni se plantea que el Tribunal Supremo pueda aceptar las propuestas de los jueces instructores contra él.
Hace mucho tiempo que las afirmaciones del caudillo de Podemos no son creíbles. Una cosa es lo que dice y otra, diametralmente opuesta, lo que hace. Su actos chocan frontalmente con su discurso. Ni autocrítica, ni disculpas, ni rectificación.
Don Perfecto, cobra lo que dijo que era un sueldo para ricos, habita donde los del Ibex, está protegido por los Cuerpos de Seguridad del Estado que desprecia y ocupa una vicepresidencia que se preocupa solo de una parte de los españoles y su actividad política se comporta como un potente disolvente nacional.
Esta semana le ha tocado el turno a la justicia. La actitud del vicepresidente del gobierno jactándose de las actuaciones del Poder Judicial es alarmante. Un estado de alarma en si misma. No ya por los presuntos graves delitos que se le imputan, a él y a la formación que preside, sino por el desprecio que muestra hacia uno de los pilares de la democracia.
Pertenece al selecto grupo de los que cuando afirman que quieren justicia quieren decir que quieren que les den la razón. El mismo juez que cuando acusa a los partidos de la oposición es un héroe, se convierte en un villano si el acusado es él o miembros de su comparsa.
Se ha pasado tres pueblos en su trayectoria política acusando, juzgando y condenando a todos los que no piensan como él; desde el momento que las acciones de ataque a los poderes del estado se toman desde el gobierno del insomio nacional, exceden lo tolerable. Buen finde.