Maestro-poli-médico
lunes 31 de agosto de 2020, 11:44h
Las crisis del COVID-19 ha supuesto que todos -o casi todos- hayamos tenido que realizar un sobreesfuerzo para poder salir adelante con el menor mal posible dentro de las circunstancias. En los meses de marzo, abril y mayo el galardón social a la valentía se lo llevó el personal sanitario. Ahora, a quienes tendremos que dar un galardón simbólico será a los docentes.
Resignados a soportar el estigma de “vagos” por tener “dos meses de vacaciones” y a que no se les reconozca las horas fuera de horario laboral que dedican a corregir exámenes y preparar clases, ahora ven cómo el debate social se ha trasladado en la decisión de algunos padres de no querer llevar a sus hijos al colegio, y nadie está poniendo el foco en la carga de responsabilidad que se les ha adjudicado. Ahora no sólo tendrán que hacer de maestros, también de policías, médicos y personal de limpieza. Una sobrecarga para la que no están
preparados y formados; y tampoco es la función inherente a su puesto de trabajo.
Corresponderá a los maestros vigilar en todo momento que los alumnos cumplen con las medidas de seguridad y distanciamiento -ardua tarea en alumnos de infantil por ejemplo-, saber
detectar los síntomas que son susceptibles de dar aviso de posible contagio por coronavirus, y tener controlada la desinfección de todos los espacios.
Es muy fácil decir y pensar que la asunción de estas atribuciones no conlleva ningún problema. Sin embargo, cualquiera que haya tenido que estar a cargo de media docena de niños revoltosos sabe que es muy difícil seguir haciendo de ‘profe’ sumándole todo lo anterior.
Y ello, claro, puede llevar a problemas. ¿Qué pasa si un niño se contagia en horario escolar? ¿Se pedirán responsabilidades a los maestros? ¿Es justo que sobre ellos caiga tal peso?