La aplicación móvil 'Radar COVID' va cogiendo fuerza. Según datos del Ministerio de de Asuntos Económicos y Transformación Digital ya son más de dos millones las descargas realizadas en los distintos territorios que la tienen operativa.
Se trata de una aplicación de fácil funcionamiento que emplea el sistema bluetooth de los móviles para emitir un mensaje de alerta en caso de cercanía con una persona positiva en coronavirus. Para ello, evidentemente, los usuarios contagiados han de ser responsables y transpartentes y colaborar con el sistema registrando el código aleatorio encriptado que las autoridades sanitarias le han proporcionado. De este modo, el resto de personas que tienen la app reciben un aviso y pueden comunicarlo a los servicios sanitarios pertinentes.
Sin embargo, con una sociedad como la española -tendente al exhibicionismo en redes sociales pero aún recelosa de herramientas tecnológicas de este tipo- convendría incidir en el mensaje de que Radar COVID es un sistema que no emplea la geolocalización ni recoge ningún dato de los usuarios: ni su nombre ni el número de teléfono ni la dirección ni la edad. De hecho, cada cierto tiempo los móviles descargan los nuevos identificadores de contagios confirmados para comparar con sus registros, por lo que el cotejo de datos y análisis de riesgo se lleva a cabo siempre en el móvil del usuario y no en un servidor, lo que garantiza la privacidad. Su misión, en definitiva, es alertar de situaciones potencialmente peligrosas para que el ciudadano pueda colaborar activamente en el rastreo de casos.
Porque esta labor, la del rastreo, es, como venimos repitiendo desde el principio de la desescalada, absolutamente necesaria para la contención del virus. Tanto la herramienta tecnológica como los profesionales sanitarios -rastreadores- son fundamentales en la estrategia antiCovid y sus funciones, complementarias. No se trata de elegir entre un recurso u otro: hay que apostar decididamente por ambos para seguir la estela del virus, acorralarlo y desactivarlo.
No existe otra fórmula para ganar la batalla sanitaria y evitar el colapso definitivo económico.