"El sectarismo ideológico no se debe incorporar a las propuestas de reconstrucción tras una pandemia. Para nosotros, limitar la libertad de elección de los padres para la educación de sus hijos es un sectarismo que no podemos aceptarlo". Estas son palabras del líder del PP, Pablo Casado, a la vista de la nueva ley de educación que pretende implantar el socialismo gobernante. Obviamente, es absolutamente imposible que una ministra que ha dicho que los hijos no son de los padres, no pretenda apropiarse de ellos por todos los medios posibles. Pero ya no solamente se trata de apropiarse del niño mediante el adoctrinamiento, sino de acompañar ese adoctrinamiento con los rasgos de otra religión, la ideología de género.
Mientras Celáa va por un camino, el Ministerio de Igualdad, dirigido por esa cabeza tan bien amueblada que responde al nombre de Irene, se ha montado un nuevo chiringuito documental en el cual, con toda intencionalidad, despliega una variada y completa serie de actividades dirigidas a profesores y demás docentes para educarlos en la 'diversidad sexual'. Es la constante obsesión que guía a un grupo de políticos, o seudo políticos, que desean implantar en la mente del niño una nueva religión, al tiempo que obstaculizar, cuando no erradicar, cualquier otro pensamiento o idea que se contradiga con esa seudo religión, más próxima al sectarismo totalitario que a la libertad personal.
Nos estamos refiriendo a un manual de 150 páginas, pergeñado desde la Subdirección General para la Igualdad de Trato y la no Discriminación, esqueje del Instituto de la Mujer. Ya no se trata de educar al niño, sino de hacerlo con la función de sacar lo positivo del alumno. Para ello, según esa mente, hay que formar círculos alrededor de una persona cegada con un pañuelo, darle abrazos todos ellos, calificar cada uno tales afusiones corporales y, rodeados de una música dulzona y armónica, esperar que sirva para favorecer la expresividad, establecer nexos de afectividad y, cómo no, implicar a los participantes en la igualdad de género.
Otra actividad más es la famosa 'sopa de letras', bautizada como 'sopa lésbica'. Y es que de eso se trata, de contraponer por todos los medios habidos y por haber la 'normalidad', la 'naturalidad', a los modos y maneras surgidos del espíritu queer, aunque un poco menos, para no molestar a las feministas de toda la vida, como la vicepresidenta Calvo.
Resulta que las feministas estilo Montero no les van a aquellas que han formado la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres. Ahora resulta que los postulados de la Montero son contrarios a las políticas de igualdad, porque, dicen, “borran” a las mujeres. Y mientras tirios y troyanos, en versión femenina, andan en discusión, el resto de los mortales nos encontramos con Lesbos y demás hasta en la sopa. Quieras o no quieras, durante días, en cualquier canal de televisión, ha aparecido un corazoncito con los colores del arco iris. Y cabe preguntarse si ese corazoncito de colores representa a tantos mortales como para entrometerse, quiérase o no, en el hogar de millones de espectadores. Es la imposición de una religión a costa del erario.
Causa pavor repasar el coste del ministerio de marras, tanto por las colocadas cobrando a final de mes, como por los trabajos supuestamente realizados en pro de la igualdad. Y la lista es sorprendente: 225.000 euros para distintivos feministas; 350.000 euros para una exposición itinerante que homenajea a las milicias republicanas; 42.000 euros para evaluar las políticas de los departamentos ministeriales; 120.000 euros para reclamar “la violencia de género la paramos unidos”; 121.000 euros para una campaña de 'concienciación' que incide en que «el hombre feminista también es un hombre»; 464.000 euros para un teléfono para recibir denuncias por 'discriminación por sexo'; 96.800 euros para otra campaña infantil de educación sexual inspirada en el spot '¿Cómo aprendiste a follar?'; 600.000 euros para másteres universitarios sobre 'feminismo'. O sea, la princesa ha creado un ministerio que recuerda a la 'repartidora' insular en manos de otra princesa.
Y todo ello y más acontece gracias al favor de un hombre que ha hecho del poder su único objetivo. Para tal objetivo, todo vale. Eso es lo que tenemos que soportar los españoles, viendo cómo un Maquiavelo, una Rasputín y un Stalin nos gobiernan. Se anuncian nuevos ataques a la libertad en sus muchas facetas, al tiempo que imposiciones al más puro estilo bolchevique. Ya no se trata solamente de la libertad de educación, ni de expresión, ni de manifestación, ni de opinión; lo que se avecina es la pretensión de que los hombres tengan que mear de cuclillas, al estilo de ellas, las féminas, al desaparecer la bragueta de sus pantalones. Lo ha pedido la Montero, y seguro que lo logrará.
Esa es la España de la 'nueva normalidad' que nos están imponiendo mientras seguimos sin conocer cuál es el número de fallecidos por el virus. Ahora resulta que tanto da. O eso dice el motero Simón.