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It’s blowing in the wind! (3)

Por Miquel Pascual Aguiló
viernes 26 de junio de 2020, 03:00h
Es de inocentes, de irresponsables o de idiotas en este contexto hablar solo de la ofensiva de la extrema derecha, como hacen muchos dirigentes de UP, y omitir el papel de estas instituciones del Estado que siguen manejando los resortes de la judicatura, del ejército o de la policía. Estamos hablando de la propia naturaleza del Estado capitalista, especialmente reaccionario en el caso del Estado español, heredero directo del período franquista y que no ha cambiado un ápice por el hecho de que exista un nuevo Gobierno de izquierdas.

Un estado dentro del Estado al servicio básicamente de banqueros, de terratenientes, de esos sectores reaccionarios que han salido a manifestarse en los barrios pijos de Madrid. Recurrir a ese mismo Estado para defender los derechos sociales y democráticos es un craso error, como se ha visto y demostrado en muchas experiencias históricas. En todos estos casos, la reacción se apoyó en esas instituciones del Estado para aplastar a la izquierda y al movimiento revolucionario.

Conviene recordar que desde su creación en el año 1844 hasta avanzado el siglo XX, la Guardia Civil fue la principal fuerza de policía del Estado español, la preeminencia de la Guardia Civil dentro del aparato policial hacía que su lealtad fuese de primera importancia tanto para el gobierno en ejercicio, como para la oposición. La Guardia Civil no sólo era crucial para defender al gobierno de turno de quienes quisiesen derrocarlo, sino también era necesaria para hacer cumplir las leyes a lo largo y ancho del País. Y, al mismo tiempo, para los conspiradores contra el régimen, fuesen civiles o militares, la oposición, la neutralidad o la simpatía de la Guardia Civil marcaba la diferencia entre el éxito o el fracaso de sus planes. Como se demostró en el alzamiento del año 1936.

La Guardia Civil es símbolo no sólo de la supervivencia de la influencia y mentalidad de elementos del ancien régime dentro del liberalismo español, sino también de la lucha dentro del Estado entre las autoridades civiles y militares.

Es necesario por tanto contrarrestar esta ofensiva de la reacción con la movilización de todos los medios que el estado de derecho pone a disposición del bien común, e implementar políticas de izquierdas que vayan a la raíz de los problemas que padecemos y los resuelvan. Este Gobierno debe reaccionar, comenzando por hacer lo que no se hizo durante la Transición: depurar de franquistas y reaccionarios el aparato del Estado, y cortar de raíz la actitud golpista que vemos en muchos jueces, militares y mandos policiales que simpatizan con el PP y Vox, y que incluso militan en estos grupos de ultraderecha, y por supuesto los mandos de los partidos políticos que persiguen provocar un golpe de estado.

Es necesario desmontar toda la legislación de excepción aprobada durante años, dirigida a combatir a la izquierda, al sindicalismo y a los movimientos sociales. Resulta insólito que a día de hoy, con un Gobierno de izquierdas, siga vigente la Ley Mordaza, y que esta se haya aplicado para imponer miles de sanciones durante el estado de alarma. Toda esta legislación será la que utilizarán mañana Vox y el PP, si llega el caso, para perseguirnos y encarcelarnos.

Este Gobierno debe apoyarse y usar todos y cada uno de los instrumentos que el estado de derecho pone a su disposición, y no en esas instituciones y estamentos del Estado que ya han demostrado más que de sobra al servicio de quién están. Intentar blanquearlas, planteando que se trata de algunas “manzanas podridas”, es engañarse, engañarnos y faltar a la verdad. Uno de los problemas es el aparato del Estado, que está diseñado para servir a su clase, a la burguesía, y mantener sus privilegios y riquezas mediante la coacción y la violencia, otro es la parte de la sociedad civil heredera y nostálgica de la ideología franquista que cada día que pasa está más agresiva y violenta como veremos...
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