Erdogan ha lanzado un jaque en toda regla a la Unión Europea. Ha lanzado a miles de inmigrantes a la frontera de Grecia, y en menor grado de Bulgaria, tras hacer circular la falsa noticia de que la UE había decidido dejar pasar a los demandantes de asilo. La consecuencia ha sido la llegada masiva de migrantes a los puestos fronterizos griegos en Tracia, que se han encontrado con que la apertura que les habían vendido no existe y con el rechazo de las fuerzas policiales griegas, que no han vacilado en utilizar métodos brutales, incluyendo el fuego con munición real. Algo similar ha ocurrido en el frente marítimo, con las patrulleras griegas haciendo maniobras de alto riesgo para evitar la llegada de las lanchas precarias cargadas de migrantes a las islas, con serio peligro de hacerlas naufragar y recurriendo también al uso de las armas con balas auténticas.
Turquía tenía un pacto con la UE para retener en su territorio a los migrantes y refugiados procedentes de Siria, Irak, Irán, Afganistán, Pakistán y otros países de Oriente Medio y el subcontinente indio, a cambio de millones de euros. ¿Porqué Erdogan ha decidido ahora incumplir el pacto? Parece que la causa inmediata sería reclamar apoyo en su confrontación con el gobierno sirio de El Assad y su aliado Rusia, con motivo de la ofensiva del ejército sirio con el apoyo de la aviación rusa sobre la provincia de Idlib, el último territorio sirio no controlado por Damasco y en el que Erdogan tiene tropas en apoyo de los rebeldes sirios y que no quiere que caiga en manos del régimen, para no recibir otra oleada de refugiados, que podría ser de un millón, a añadir a los aproximadamente 3 millones que ya se acumulan en territorio turco.
Así pues, Erdogan estaría chantajeando a la UE con los refugiados, para recibir un apoyo claro y decidido de la OTAN en su enfrentamiento militar en Siria. Sin embargo, es improbable que lo consiga. Primero porque sus tropas en Siria son invasoras y la OTAN no envía tropas a un país si no lo solicita el gobierno legítimo, o reconocido, del mismo y no es el caso en Siria. Segundo porque la UE y la OTAN no se arriesgarán a un conflicto directo con Rusia. Tercero porque Erdogan ha actuado y actúa con soberbia y displicencia hacia la UE, se ha alejado cada vez más del camino de Turquía hacia la candidatura a ser miembro de pleno derecho de la unión y su régimen hace años que ha entrado en una deriva autoritaria, con graves ataques a la libertad de opinión e información, conculcación de los derechos políticos de la oposición, represión de las minorías, especialmente de los kurdos, purgas continuas en el ejército, en la magistratura, en el funcionariado y el intento indisimulado de instaurar un sistema presidencialista autoritario e islamista, que desvirtúe y, en último término, liquide la república laica instaurada por Atatürk hace cien años, tras el fin del Imperio Otomano al acabar la Primera Guerra Mundial.
Pero la UE debe replantarse su política respecto de la inmigración. Es evidente que incluso si Erdogan tuviese buena intención y la voluntad de cumplir los acuerdos, Turquía no puede mantener indefinidamente en su territorio entre tres y cuatro millones de refugiados. Más pronto que tarde la situación explotará y la riada hacia Europa se reanudará. No podemos tener un auténtico polvorín a nuestras puertas, máxime sabiendo que la debilidad e inestabilidad de la mayoría de estados de la zona les impide controlar adecuadamente la situación, al contrario, ésta no hace sino incrementar la inestabilidad.
Y el hacinamiento y la desesperación generan resentimiento y rabia y son un caldo de cultivo para el yihadismo y el terrorismo. Y cuando el coronavirus llegue a los campos de refugiados su expansión será fulminante e imparable y se convertirá en un foco incontrolable de diseminación de la pandemia.
Y la situación de los refugiados empantanados desde hace años en las islas griegas, sobre todo en Lesbos, es ya de desesperación absoluta, como también la de la población autóctona, que no tiene la culpa de la inacción de su gobierno y de la UE. Es urgente solucionar ya este tema y la solución no puede ser otra que la de concederles asilo y repartirlos solidariamente entre todos los miembros de la unión.
Y algo parecido habrá que hacer con gran parte de los hacinados en Turquía. Al fin y al cabo, distribuir tres millones de personas entre los casi 600 de la UE, no llega ni al 2 % de la población total. No debería ser un problema insalvable, máxime para unos países con la población autóctona envejecida, con una tasa de natalidad que no garantiza el recambio generacional.