El modelo del “gratis total” está llegando a su fin. Existe una alternativa a modelos de negocio como el de Google o Facebook. De nosotros, los usuarios, depende acelerar o no la transición hacia un modelo en el que no alimentemos sus algoritmos a cambio de nuestra privacidad. Cuanto más rápida sea la aceptación, menor será nuestro periodo de servidumbre.
Si no estuvieran vendiendo nuestra privacidad, ¿cómo se explica que las grandes tecnológicas no paren de crecer y de adquirir empresas? ¿cómo es que han llegado a acumular más tesorería que algunos estados?
Somos su producto y nos vendemos cada vez que aceptamos sus cookies sin prestar atención. Y son unos genios monetizando nuestros datos.
Con ellos han hecho ascender a presidentes, han derrocado gobiernos y hasta han empezado a resquebrajar la Unión Europea. Somos manipulables y, con cada like o cada emoticono de tristeza, les estamos abriendo las puertas a nuestras vulnerabilidades.
Pero tengo una buena noticia, existe una alternativa. La evolución de Internet hacia una opción en la que seamos dueños de nuestros datos y nada sea gratis ha llegado. Es la Internet de los micropagos. Pagar unos céntimos de euro por publicar contenidos (y poder cobrar, por ejemplo, por lo likes obtenidos) evita pagar con nuestra información más íntima porque seremos dueños de ella y podremos rechazar su uso por parte de otros.
Esa evolución la trae el Internet del valor, es decir, la blockchain. Es una nueva filosofía, un nuevo sistema económico, una forma de eliminar el vasallaje al que nos someten las grandes tecnológicas por la obtención de nuestros datos.
El gobierno de España ha aprobado la mal llamada “tasa Google” para intentar atraer hacia las arcas de la seguridad social algunos de los fondos que tributan desde hace años en Irlanda.
Pero llega tarde. El modelo “todo gratis” está caduco. Una iniciativa moderna para el gobierno sería, más que gravar algo que pronto quedará obsoleto, fomentar el uso de la incipiente blockchain y ayudar a negocios a instalarse en un ecosistema en ciernes.
Apoyar a los futuros Google, Twitter, Whassap, Facebook, Netflix o Instagram, basados en la blockchain, que llegarán, y favorecer su instalación dentro de nuestras fronteras reportaría modernidad y, en un plazo no lejano, una importante recaudación vía impuestos de beneficios. Con esto sí que arreglaríamos las pensiones. Y mucho más.
Pero para eso se necesita valentía en el gobierno y conocer los beneficios de este nuevo Internet que trae la desconocida blockchain.
Falta pedagogía para no quedarse en la mentira extendida por algunos grupos de interés. La vicesecretaria general del PSOE, una voz autorizada del gobierno, cayó en la trampa de la desinformación y afirmó en un mitin que bitcoin solo sirve para actividades ilegales. El verdadero bitcoin no. El que sigue el whitepaper original del fundador deja rastro y evidencia del delito.
Es necesario saber cuál de todas las blockchain se impondrá en el futuro y será el protocolo universal. Como en Los Inmortales, solo puede quedar uno. La del auténtico bitcoin, BSV, es la que está construyendo con mayor firmeza los cimientos del futuro.
Pasemos del sometimiento del modelo que representa Google a ser libres con la nueva Internet. Mi apuesta firme es por la de BSV, por su claridad en la estrategia para dominar el mundo. Es hora de pasar de Internet a Metanet.