En los últimos tiempos, todas las noticias que leemos son de queja, de desprecio al sistema y de horror donde nos cuentan lo mal que va todo y la crisis tan grande que estamos viviendo.
Es por ello, que siempre que me sea posible, he decidido intentar comunicar en positivo y ver el vaso medio lleno, no dejándome llevar por los agoreros, incluyéndome en muchas ocasiones dentro de ellos, que predicen desgracias diariamente.
Por esta razón he decidido, que hoy queridos lectores, quiero hablarles de una de estas cosas maravillosas que me han ocurrido recientemente.
Desde hace unos años padezco de migrañas, ese tipo de enfermedad que, si nunca has tenido, no puedes entender, al igual que un sinfín más de enfermedades.
Tras visitar algunos especialistas y auto medicarme durante mucho tiempo, tras el último ataque “migrañoso”, que como siempre, me imposibilitó totalmente para trabajar, relacionarme con normalidad o atender a mi familia, acabé en urgencias, frente a un médico que no me hizo ni el más mínimo caso, poniendo en el expediente algo relacionado con una intoxicación alimentaria.
Esto me hizo pensar que, tras 3 años de las últimas pruebas, tal vez hubiera algún tratamiento nuevo o algún método que probar que, nunca podría ser peor que las consecuencias que ya de por si me regala esta enfermedad silenciosa.
Y cogí cita con un especialista, el Dr. Javier Camiña Muñoz, médico de la Rotger.
Cual fue mi sorpresa cuando, en frente me encontré con un médico joven, que también había padecido de esta enfermedad, que parecía estar leyendo mi mente y mi corazón y que sabía perfectamente de lo que le estaba hablando.
Por primera vez, vislumbré una veta de luz entre la oscuridad que nos obliga a tener esta enfermedad.
Yo experta en habilidades de comunicación, tras 17 años dedicándome a ello, me encontraba en frente de un hombre con un alto grado de Inteligencia Emocional, al cual en mi próxima visita prometo llevarle mi tercer libro Inteligencia Emocional para torpes, para que pueda regalar a alguno de sus compañeros que no la tienen tan desarrollada como él.
Me sentí escuchada, entendida y aconsejada por alguien que por lo menos parecía saber de lo que hablaba, con un alto nivel de humildad y de saber hacer.
Y desde ese día me puse en sus manos, para empezar a probar si este método funciona en mi caso o si hay que seguir probando otro que se adecue más a mi problema.
El resultado, aunque es muy importante, ha pasado a seguir secundario, ya que, desde ese momento, estoy convencida que empezó muy curación al sentirme comprendida por alguien que solo alababa lo buenos pasos que yo, lega en la materia, había dado hasta llegar allí.
Con especialistas como el Dr. Camiña Muñoz, estoy convencida que el mundo puede llegar a ser un lugar mejor, más puro, más tranquilo y podemos empezar a reconciliarnos con la vida, cosa que en los tiempos que corren es un valor indispensable.
Para todos los Dres. Camiña del mundo, gracias por hacernos la vida más fácil y por desarrollar esa empatía que solo con una gran humildad puede desarrollarse.
Un mundo mejor se va construyendo paso a paso y con personajes así podremos conseguirlo.
Gracias de todo corazón por su labor y la de otros muchos que seguro siguen sus pasos.