Hasta Iñaki Gabilondo está clamando contra la acción y conducta del gobierno de Sánchez en estos primeros meses de gobierno en coalición con un Iglesias, sorprendentemente desaparecido, en el asunto Delcy. No ha dicho ni “esta boca es mía” en toda la historia que ha surcado cielo y tierra, a pesar de insinuarse que era él y su partido el verdadero anfitrión de la vicepresidente venezolana.
En su lugar, Ábalos, el español más cortés, saliendo de su cama a hora “inusitada” para caballerosamente saludar a una venezolana, proscrita en la U.E., que no se sabía que estaba dentro del avión. Un trámite de cortesía que duró veinticinco minutos; lo dicho, cortesía a tope. Sin que, según Ábalos, la susodicha pisase suelo español; por lo tanto, la policía no podía detenerla y ponerla a disposición judicial.
Un ministro socialista que no hace mucho iba presumiendo; «Nuestra diferencia con la derecha es muy clara: nosotros no mentimos». Para añadir, como de pasada: «Nunca pactaremos con los independentistas porque se quieren ir de España». El mismo socialista que en menos de una hora dio cinco versiones distintas del mismo hecho; que celebró una mini cumbre con la vicepresidenta del gobierno de Maduro, que había acudido a España, sin que se sepa a qué ni por qué.
Empero cambiar la vicepresidenta de avión ― hay que suponer que paseándose por encima de las alas―, el gobierno, con Marlaska al frente, niega que el personaje de marras pisase suelo español. Y miente de nuevo. El auto 55/1996 del Tribunal Constitucional del 6 de marzo fija con total claridad; "Tanto el espacio aéreo como los aeropuertos están sometidos a la soberanía española, tal y como declaran los arts. 1, 3, 42 y 47 de la Ley sobre Navegación Aérea, de 1960, y los arts. 1, 2, 10 y 13 del Convenio sobre Aviación Civil Internacional, firmado en Chicago en 1944, y ratificado por España en 1969". O sea, el gobierno socialista, para arropar a su socio preferente, comunista, miente y obvia la aplicación de la ley. Y se queda tan tranquilo. Con un par.
Pero no acaban aquí las osadas actuaciones del gobierno socialista. El próximo 6 de febrero se juntarán, para hablar de Cataluña, Sánchez y Torra. Según la portavoz del ejecutivo, dos presidentes. O sea, al que pitan cuando acude a los Goya, a pesar de ser más de izquierdas que Trotsky, y al que lo han descabalgado de su cargo de diputado autonómico al grito de «delincuente». Pero, claro, Narbona, con un par, ya adelantó que para ser presidente en Cataluña hay que ser diputado, pero no para “seguir siéndolo”. Sin embargo, los mismos letrados del Parlament aseguraron hace unas semanas, en su escrito de alegaciones ante la Junta Electoral Central, que «la pérdida de la condición de diputado conllevaría también la pérdida del cargo de President de la Generalitat». Sin embargo, Sánchez, el mismo mentiroso que afirmó que no pactaría con independistas, el 6 de febrero le dará la mano a un «delincuente» inhabilitado para ocupar cargo público. Las mentiras ya quedaron atrás; ahora toca actual. Con un par.
Sin escrúpulo alguno, lo primero que hizo fue colocar a su esposa, y así sigue, él y todos los que se sientan en esa alargada mesa del Consejo. En este negocio gubernamental, se colocan todos, parejas, amigos, compañeros de aula, vecinos, primos, cuñados... Poco importa que la «negro» del Manual de Resistencia no tenga ni pajolera idea de deporte; hay que reconocerle los servicios prestados y colocarla en el Consejo Superior de Deportes. Con un par.
O que una anti machista, proclamadora de la idoneidad de la quema de iglesias, se ponga al mando de un Instituto de la Mujer anunciando las mil y una calamidades al hombre que se atreva a presumir de serlo, no es problema. Para esa señora, lo importante es la inclusividad, el feminismo radical y el sectarismo bolchevique. Naturalmente con varios pisos y un sueldo superior al del presidente. Con un par.
Y si de ministra de Justicia se puede saltar a Fiscal General, también se puede ejercer presión para colocar al marido de otra al frente de una Comisión Nacional. Lo importante es el fin; los medios les importan un comino. Como de igual manera les importa España y los españoles. Ellos, a crear la gran urdimbre, el gulag de soviets que les permita mantenerse en el machito todo el tiempo que deseen. Diga lo que diga la ley o la Constitución. Hay que asaltar todos los organismos e instituciones que rigen el país para entronizarse en el poder, al más puro estilo revolucionario. Así lo desean sus socios preferentes, Iglesias en Madrid y Bildu en Navarra o el País Vasco.
Sánchez subió al poder proclamando que acabaría con la corrupción, con la anarquía presupuestaria, con el paro, con el déficit, con la deuda, con el patriarcado. Mintió en todo. Lo que no nos dijo es que iba a crear un Estado basado en el nepotismo más absoluto. Y lo está haciendo, con un par, y, en contrapartida, con mucha ayuda de silencios y miedos en lugar de un par, un buen par, para enfrentársele. Detrás, solamente está Iván. Habrá que confiar en su guadaña.