Según lo anunciado, vamos a presenciar momentos inolvidables. El primero de una prometedora lista se ha producido. La razón no ha sido el nombramiento de una nueva directora general de la Guardia Civil, feminista que considera el Cuerpo de un machismo total. Ni tampoco el del Secretario de Estado para la memoria histórica, con su especialización en la persecución de la masonería por el franquismo y contador de fosas ocultas del franquismo. Ni tampoco la de Secretario de Interior, cuya única experiencia es su segura amistad con el Ministro del ramo. Como tampoco lo fue el nombramiento de la directora del Instituto de la Mujer, la del agua del grifo gratuita. No, todo ello paso con más pena que gloria. Las ruedas de prensa del gobierno ya no sirven para anunciar, sino para denunciar, a diestro y siniestro, a todo cuanto no se ajuste a su ideología y a todo aquel que contradiga su discurso.
Hemos entrado de la mano de Sánchez en el tiempo de la moral de Estado, como única moral permitida. Una moral estatal que amenaza con toda desnudez, sin escrúpulo la dignidad y libertad del ciudadano. El discurso se está convirtiendo en una rememoración de los mítines de Múnich, mientras, con paso remarcado, caminamos hacia unas nuevas leyes de Nuremberg. Las palabras de la hipócrita Celaá no son sino expresión subconsciente del objetivo que guía al gobierno comunista; hacerse apropiación el Estado de todo cuanto se oponga al nuevo orden mundial. Poco importan la Constitución, la declaración de Derechos Humanos, los Tratados internacionales, las sentencias del TEDH, del T.S. español. Ahora, para el gobierno socio -comunista, lo que cuenta es la voz y la palabra del Estado. El ataque directo al Pin parental no es sino un asalto en toda regla a la esencia del núcleo más indeseado del comunismo y del socialismo radical; la familia. Aludir, hipócritamente, a que los hijos no son propiedad de los padres, es pretender eliminar sus valores, sus principios, sus creencias, de la vida de los hijos. Vaciar de contenido familiar, nuclear, la mente y la conciencia del niño (genérico) para llenarlos de los modos, discursos y doctrinas socio comunistas. Nada nuevo, al fin y a la postre. Stalin fue maestro de ello, y, a pesar de los millones de muertos que provocó, todavía hay quien aplaude con las orejas. Mientras tanto, las redes sociales echan humo en contra de la frasecita de la hipócrita ministra, a quien se le ha recordado la educación de sus hijas en un colegio de ideario religioso, con método de enseñanza diferenciada, hoy, para ella, segregada.
La comunista Montero, habla de Registro Civil y no de Registro de la Propiedad, en donde se inscriben los niños (genérico), en apoyo corporativo de la Celaá, sin que su currículo le aperciba que la gran diferencia está en que el niño (genérico) a inscribir figurará en un registro de seres humanos, no de cosas, de bienes, como sucede en los libros del Registro de la Propiedad. Lo grotesco es que la socialista radical, la comunista radical, hablen de derecho de propiedad a favor del Estado del niño, un niño que tiene derecho a ser educado por el Estado, pero no a nacer si así lo considerada su progenitor, el no propietario.
Como curioso también resulta que los comunistas y socialistas radicales salten como panteras contra los padres que se atreven a dar una opinión contraria a sus ideas, con el Pin, por ejemplo. “Los padres machistas y homófobo también tienen derecho a que sus hijos sean educados por el Estado”. Así de simple; si no piensas como yo, eres un maldito machista, un homófobo, un racista, un fascista, un franquista. No hay término medio; o estás conmigo o eres un ciudadano despreciable que solamente sirves para pagar impuestos. La queja, la protesta, la oposición hoy está maldita, mañana estará prohibida y pasado mañana castigada con el ostracismo cívico. La estrella amarilla está en el archivo de los asuntos a tratar y verá la luz si es que ya no lo ha hecho simbólicamente. Los gobernantes auto calificados progresistas, los articulistas domesticados, la opinión manejada, ya la está imponiendo a todos aquellos que osan levantar la voz para proclamar que son heterosexuales convencidos, que consideran el lenguaje inclusivo es una memez, que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad, que el Estado no debe adoctrinar sino formar, que el hombre no nace machista, que el pensamiento es libre. Para añadir que los miembros de la RAE son unos homófobos franquistas.
Y, entretanto, María Jesús Montero nos endosa: "los ciudadanos de este país necesitan de la política porque ésta mejora sus vidas". Esta política anda atareada en modificar el C. Penal para rebajar la pena a los golpistas, en confabular con Bildu el traslado de los presos etarras, en concretar una reunión para hablar de independencia catalana, en retirar la Guardia Civil de Navarra, de Cataluña, en consentir las embajadas catalanas, en precipitarnos hacia una presión fiscal insoportable. Pero, tranquilos, Sánchez se va Davos en el Falcon para hablar con Greta.