Acertar a la hora de regalar no es ninguna ciencia exacta. Según una encuesta hecha por Savanta para Oráculo, esta Navidad la mayoría devolverá alguno de los regalos recibidos. En concreto, el 77% guardará el ticket de como mínimo uno de los presentes navideños para poder elegir otro producto. Además, cerca del 20% cambiará no uno, sino más de la mitad de los regalos recibidos estas fiestas, y esto a pesar de las buenas intenciones de quienes regalan, a los cuales no les sale barato: en España se gastarán una media de 238 euros en regalos según el estudio sobre el consumo navideño hecho por Deloitte. Se trata de la cifra más alta de los países analizados después del Reino Unido, donde el gasto estimado es de 338 euros por persona.
Puesto que invertimos, todos buscamos que el regalo que hemos elegido sea del gusto de quien lo recibe. Y el éxito (o el fracaso) depende según los expertos de cuatro variables: el valor monetario, el tiempo invertido en conseguir el regalo, la energía mental gastada en planificar y elegir un regalo adecuado para el destinatario y los costes físicos que implica conseguir el presente. Las conclusiones del estudio realizado por los investigadores Henry S. J. Robben y Theo M. M. Verhallen dicen que los regalos que se perciben cuanto más costosos en términos de tiempos y esfuerzo tanto mental como físico son los preferidos por quienes los reciben. Y, por el contrario, el valor monetario es lo menos importante.
Una muestra de esto es que más no siempre quiere decir mejor: si en un paquete añadimos un obsequio barato a uno más caro, se reduce el efecto positivo del segundo en quien lo recibe. Se denomina la paradoja de la obsequiando y, según explica Neus Soler, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, se debe al hecho que «según la perspectiva (si somos quien regala o a quien regalan), mentalmente entendemos el acto de regalar de una manera diferente. Quien regala sí que entiende que más es mejor (porque ofrece más), pero quien recibe el regalo entiende que si se ha tenido que añadir un segundo objeto al regalo, es porque el primero no tiene el valor económico que parece que tiene. Por eso en marketing se trabaja tan a fondo en el aspecto físico del producto, en relación con el mismo diseño de éste, del packaging y de la imagen que tiene la marca de este producto. La apariencia del producto es importantísima y en gran medida justifica el precio», señala la profesora de la UOC.
Para acertar a la hora de regalar, además de dedicar a cada obsequio el tiempo que se merece, la profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC Marta Calderero, aconseja explicar a quién recibirá el presente por qué lo hemos elegido. «Es buena idea que cuando libramos cada regalo explicamos qué queremos transmitir con este presente. Idealmente los regalos tendrían que hablar de una bonita historia pasada, presente o futura y la persona que los recibe tendría que ser siempre la protagonista», comenta.
Si no funciona nada de esto y acabamos teniendo que ir a cambiar el regalo recibido, podemos aprovechar la ocasión para posar en práctica las habilidades asertivas, recomienda la profesora Calderero. Como? Procurando evitar una respuesta agresiva, agradeciendo las buenas intenciones y siendo empáticos, pero al mismo tiempo haciendo saber a la otra persona que esta vez no ha acertado. «Si no nos gusta el regalo, lo podemos transmitir de manera asertiva, diciendo algo así: "Muchas gracias por el regalo, entiendo que me has regalado este reloj para que piense en tí siempre que mire la hora, pero me sabe mal, normalmente no llevo reloj. Sería una pena dejarlo en una caja; qué te parece si vamos juntos a cambiarlo y elegimos un anillo que nos guste a los dos?"».
¿POR QUÉ REGALAMOS?
Si el acto de regalar tiene tantas posibilidades de no acabar en éxito, por qué continuamos manteniendo la tradición de comprar regalos en Navidad? Para Francesc Núñez, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, la respuesta está en el hecho que las convenciones son un elemento central del comportamiento social a las que no queremos renunciar. "Las tradiciones son los canales de circulación de la vida social. Solo muy recientemente, con un determinado auge del expresivismo y de la busca de la espontaneidad y la autenticidad, algunas personas han cuestionado las tradiciones, pero si fallan, se disuelven o se desprestigian, se acaban imponiendo unas nuevas. La vida humana está hecha de rutinas y las tradiciones son como las rutinas sociales", explica.
De aquí viene que continuemos manteniendo una tradición que se remonta en varios siglos atrás y que a muchos sí que los satisface, sobre todo si son ellos quienes hacen el regalo, porque según un estudio publicado a Psychological Science, mientras que el sentimiento de felicidad de que disfrutamos al recibir un obsequio disminuye rápidamente al poco tiempo, cuando somos nosotros quienes damos a los otros, continuamos teniendo este sentimiento unos cuántos días más. Aunque esto no es precisamente por razones altruistas: «En el acto de dar hay una dimensión de poder respecto del quién recibe que, de alguna manera, queda en una posición de deuda. Por eso, para evitar esta situación, Cicerón dice que la amistad solo es posible entre iguales», afirma Francesc Núñez.
Intenciones inconscientes al lado, el que realmente nos interesa es qué regalo tenemos que elegir para acertar. Y según el estudio de Deloitte, nuestras preferencias son muy claras: en primer lugar, dinero; después, ropa y calzado. Sin embargo, en opinión de la profesora Marta Calderero, el mejor regalo es una experiencia. «Compartir cosas juntos es siempre mejor opción que regalos materiales. Las experiencias compartidas fortalecen la relación porque durante la vivencia nos invaden intensas emociones positivas y se generan muchos momentos memorables. Puedes regalar entradas para un espectáculo, un viaje, visitar una exposición o pasar tiempo juntos colaborando en proyectos de responsabilidad social».