Estamos presenciando la aplicación más práctica de lo que el DRAE denomina, protervia, que no es sino una acepción de la perversidad obstinada. Un hombre, de pocas luces, pero de mucho rostro, está consiguiendo, por ignoto don, que exista una gran desproporción entre el poder detentado en sus vericuetos y los recursos que desplaza en el campo de las ideas. Estas son tan excelsas que se concretan en una sola, como los mandamientos; absorber el poder. Para ello, está dispuesto a cualquier cosa, si le sirve de medio para alcanzar el fin. Y ese fin, no es otro sino ocupar la Moncloa, aunque tenga que claudicar ante presos, ante huidos de la justicia, ante sentenciados etarras. Claudicación que es proporcional a la humillación de solicitar que, quien es objeto de su inquina personal, le preste unos votos. Préstamo que no tendría más interés que el no pagar prenda a aquellos que durante toda la campaña fueron objeto de sus improperios y descalificaciones, los catalanes, hoy adorados con pasión turca.
Sánchez, haciendo uso del nepotismo, del miedo, del clientelismo se ha convertido en la persona que concentra todo el partido socialista en sus manos. La voz de Guerra es la del que grita en el desierto. Ni caso a todos sus augurios nefandos ante un pacto con los separatistas, después del abrazo con el oso soviético. Y mientras se tantea con total teatralidad a las “derechas”, dixit la lumbrera Calvo, se tiende mano y brazo y cartera a los proetarras, a los nacionalistas de todas las razas. O sea, abronca, con todo descaro; o apoyo de las derechas o abrazo a todo cuanto diputado quiera investirle. Pues de eso se trata, ser investido presidente, desayunar en la Moncloa, después, ya se verá que hacemos con la deuda, con el déficit, con el paro, con el presupuesto. Si fuese creíble, diríase que Sánchez es un Gengis Khan que ha leído a Marx, pero no, no ha leído nada. A lo sumo ha visto la película “Resistencia” dada su afición a resistir, o “Caminando entre las tumbas” por exhumar cadáveres y enterrar Constituciones.
Y mientras todo ello trascurre ante nuestra mirada, el coraje cívico de la ciudadanía se esconde en las redes sociales detrás del profundo anonimato que permiten los comentarios. Ahí está el plan de ocupación del Tribunal Constitucional por el nefasto servil Conde Pumpido, la expropiación al espectador libre de la RTVE, el bloqueo del C.G.P.J. por parte de la progresía judiciaria, el desvergonzado ataque a un gobierno de “derechas” por culpa de unos déficits heredados de la ministra atacante, el clamoroso silencio ante el nepotismo de un presidente valenciano útil solamente para regar con dinero público a los suyos, el inaudito mutismo ante el enriquecimiento, el abuso laboral, los sobresueldos de unos vecinos de Vallecas trasladados a la moraleja de Galapagar o, por último el ridículo tan espantoso de un ministro que no puede asegurar que un simple partido de futbol pueda celebrarse con unas medidas de seguridad en una ciudad que ni pertenece al Sudán del Norte ni a Somalia. La duda está en si, como sucedió en Vallecas, se suspenderá el partido si hay insultos a España, a los españoles y a Toni Kroos por alemán.
Y es que la libertad de expresión va por barrios. Consentida y jaleada si surge de voces progresistas, feministas, guerra civilistas, “elegetebeistas” o republicanas, es absolutamente deplorable por inexistente cuando el “osado” no es del gremio progre. Entonces es un radical, un intolerante, un fóbico de todo lo que no se ha establecido como políticamente correcto por los “Sánchez” o “ZP” que mangonean por todos los organismos, gobiernos y ong,s que imperan en el mundo. Desde la Greta y sus falsas fotos, hasta la Porta dos Fundos brasileña y su satírico ataque a la figura de Jesucristo. En este caso, cuando más de dos millones de brasileños firman denunciando lo que consideran una ofensa contra el cristianismo, ya no hacen uso de su libertad de expresión, sino que son marionetas “ultraderechistas”, sin facultad de defender sus creencias vilipendiadas. Para la progresía todo está permitido, todo es libertad, menos que se exprese oposición a sus credos y sus dogmas. En ese momento hay que parar y suspender el partido si hace falta. Pitar el himno, escupir o quemar la bandera, llamar facha, descalificar lo hetero, escrachar a la propietaria que no cobra el alquiler, insultar a la monarquía, invadir templos y profanarlos, para eso sí hay derecho y libertad. Pero…, ni se te ocurra decir que la ley contra la violencia de género o de la memoria histórica o del matrimonio homosexual son un desastre integral, te cae el pelo y una multa. Ahí está la diferencia; son valientes para ofender selectivamente; la Navidad es un simple periodo que antecede a las rebajas, el Ramadán es una bendición divina.
Con todo ello, quiérase o consiéntase, Sánchez y su rico socio soviético están abriendo las puertas a su totalitarismo progresista. O la “gente” le echa coraje, o en nada, para sobrevivir habrá que sacarse el carné soviético o socialista, tanto da; ya se sabe, son socios preferentes.