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El Tal Mahal y otras cosas

martes 17 de diciembre de 2019, 07:00h

Mis dos próximas columnas son en nochebuena y nochevieja, dos fechas en las que se debe hablar de buenos deseos y no de tristes realidades. Estamos finalizando una año que sin duda ha sido atípico especialmente en el aspecto político en el que, por incapacidad de nuestros políticos, hemos sido llevados a las urnas en demasiadas oportunidades y esto aún no ha terminado. Un año en el que se ha demostrado que una palabra dada no tiene valor, no tiene la fuerza de un contrato.

Como no puede ser de otra manera es momento de reflexión, de recoger los frutos de las plantas sembradas y de hacer valoraciones; me considero una persona fácil de satisfacer con lo que la vida me ha brindado, no es suerte, es esfuerzo, vocación y fuerza de voluntad y, afortunadamente, para una cuestión que siempre iba aparcando, en la soledad y en mi interior he encontrado el camino, la motivación y la fuerza para afrontar el problema; solución que, sin duda, se verá plasmada en el próximo año.

Ha sido un año con luces y con sombras, como todo en la vida. He tenido la oportunidad de conocer gente, alguna de la cual formará a buen seguro, parte de mi familia elegida y otra que habrá estado de paso pero que habrá sido bonito conocerla. De los que no están o se han ido por voluntad propia, nada que decir, ser libre es algo maravilloso y que la vida les sonría al menos como me sonríe a mí. Pero sin olvidar lo bonita que es la palabra lealtad.

He aprendido, de mis hijos, de mi familia, de compañeros de trabajo que ya formamos una familia, de amigos y de muy amigos; he tenido sensaciones muy recientemente que creía perdidas pero que me llevan de cabeza, tras la visión de una bella foto, a un sitio tan lejano y mágico como el Taj Mahal, donde las ilusiones y energías se transforman en sentimientos si vas de la mano de quien debe y sabe guiarte, donde el olor de las especias no dejan de impresionarte en un Mar de colores vivos; llevar el sherpa adecuado es esencial en cualquier aspecto de la vida.

Lamento, de verdad, como van las cosas en este país y en determinadas partes del mundo, ese mundo que nos dicen estamos destruyendo y debemos mimar; tras quince días de reuniones en Madrid no hemos sido capaces de decidir cómo cuidar el planeta; ni me creo el argumento de los intereses económicos imperialistas ni los tremendistas agoreros que anuncian el fin del mundo, con una adolescente manipulada al frente que, siento ser escatológico, parece estreñida siempre. Lamento que la izquierda se quiera apropiar de la cultura y del ecologismo, pues son dos cuestiones que no entienden de ideologías y especialmente lamento que volvamos a dividir a la sociedad española, como si lo ocurrido hace setenta años no hubiera servido para nada y cayésemos en errores parecidos. El vosotros y el nosotros es una solución horrible.

Este año, ha sido, pues, a pesar de todo, un buen año. Quizás los brillos de este luzcan en el próximo pero eso no tiene importancia; lo esencial en la vida es la ilusión y el esfuerzo, los frutos siempre llegan, pero no dejen de pelear por lo que creen, incluso cuando esa ilusión le lleve a un lugar tan increíblemente lejano como el Taj Mahal. Que pasen un buen día.

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