Joan Manel Serrat, cantautor y poeta por excelencia, cantaba a “Esos locos bajitos” recordando que “A menudo los hijos se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción.. esos locos bajitos que se incorporan abriendo los ojos de par en par..Nos empeñamos en dirigir sus vidas sin saber el oficio y sin vocación, les vamos transmitiendo nuestras frustraciones con la leche templada y en cada canción..”
Revisando la biografía familiar de Greta Thunberg (si la información que aparece en los buscadores es cierta, porque en la actualidad uno nunca sabe si se encuentra en modo “información” o “desinformación”), llego a la conclusión de que Greta es un ejemplo evidente de como se pueden transmitir conocimientos, frustraciones, derrotas, alegrías y odios cada mañana con el café con leche y los bollos recién horneados si quien tenemos enfrente es uno de esos “locos bajitos” a quien, le guste o no, le hemos tocado en suerte.
Hay “locos bajitos” que desayunan con cereales mirando a los Simpson; otros lo hacen mirando pelis de Disney; mientras otros exploran mundos normalmente prohibidos a los niños, y se adentran en tempestades que sólo debieran recorrer después de haber disfrutado de su niñez y de su adolescencia con plenitud. El desarrollo de un menor en un entorno que le hace envejecer antes de tiempo debiera ser objeto de regulación para preservar los derechos de la infancia en toda su extensión. No se trata de que nuestro “loco bajito” sea el más listo de la clase sino el más feliz de pequeño y de mayor también.
Veo a Greta Thunberg y siento una tremenda lástima. Lástima primero por ella porque en vez de disfrutar de ese lujo en que consiste ser un “loco bajito” por unos años, y poder permitirte los lujos que la inocencia más absoluta y totalmente exonerada de responsabilidad de la niñez regala, se ha adentrado en la negrura de ese espacio adulto más encorsetado y torticero en que consiste la política. Siento lástima por su futuro y por esa desprotección absoluta de sus derechos como menor.
Después veo a los políticos, asociaciones de toda índole, medios de comunicación, haciendo hincapié en su papel de “Mesías bajito” en el que se ha sustituido su rol de “loco bajito” por el de salvadora de la humanidad. Extremada responsabilidad para alguien tan joven que también tenía derecho a ser niña.
Muy desesperados tienen que estar quienes gobiernan y los responsables de la cumbre climática cuando tienen que utilizar a niños para abanderar sus causas. Veo no obstante que cunde el ejemplo porque en algún que otro Parlamento, esta misma semana otra niña, ha abanderado causas que no tendría ni que saber nombrar todavía. Es evidente, ha llegado la Era de los Mesías bajitos, no podía ser de otro modo, los mediocres además de serlo suelen ser cobardes también y nadie mejor que un niño para abanderar causas de las que uno no está completamente seguro de salir indemne.