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¿Qué hay de lo mío?

sábado 30 de noviembre de 2019, 11:04h

Mientras en Catalunya una amplia minoría social impulsa el secesionismo radical y violento por una reivindicación territorial, la renovada Comisión Europea se centra en mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos, sin excepción. En este ámbito, está poniendo las bases para mejorar la coordinación y el acceso a todos los espacios de la salud pública. De hecho, el nuevo ejecutivo europeo ya ha marcado entre las prioridades de legislatura, que los medicamentos sean accesibles y asequibles para todos los ciudadanos comunitarios, sin distinción.

Mientras algunos gobiernos regionales con objetivos supremacistas abandonan la gestión y se empeñan en dividir y enfrentar a los ciudadanos, las autoridades supranacionales han tomado el liderazgo de las políticas igualitarias y equitativas que permitan mantener el estado del bienestar.

Se esfuerzan en favorecer la transparencia, el intercambio de información y la cooperación transfronteriza entre los Estados miembros generalizando las mejores prácticas sanitarias y la cooperación entre ellos. Pugnan para que las condiciones de acceso a las innovaciones terapéuticas lleguen a los pacientes sin desfase temporal ni diferencias económicas.

Es especialmente importante porque estamos viviendo la llegada de nuevos medicamentos de muy alto coste destinados a poblaciones pequeñas de pacientes que obligan a una deliberación crítica que permita suavizar su impacto económico y la priorización de los más coste - efectivos atendiendo a sus resultados en salud.

En este escenario, cabe recordar que, la inestabilidad de las instituciones catalanas en los primeros coletazos del independentismo radical, abortaron en 2017, el traslado de la sede de la Agencia Europea del Medicamento desde Londres a Barcelona e impulsaron su asiento, en precario, en los Países Bajos. Dinamitaron la llegada de una institución comunitaria, de un millar de funcionarios y de unos 35.000 expertos anuales. La misma inestabilidad, alarmante y progresiva, que provoca el pánico y el éxodo de la empresa, empobreciendo en todos sus ámbitos a una de las principales locomotoras del país.

La situación se reproduce a distintas velocidades y en diferentes lugares, por lo se que el resultado puede ser dramático. Las organizaciones políticas autollamadas progresistas se van uniendo, cada vez más, por los intereses personales y cortoplacistas de la casta” que temporalmente las dirige, por encima de cualquier otra variable, incluida la del bienestar de los ciudadanos a los que dicen representar y defender.

Los abanicos de formaciones que se unen para ocupar el poder lo hacen bajo el mismo patrón y sin complejos. Un “sin-principios” y una amalgama de siglas con una reivindicación común, ¿qué hay de lo mío?. Y el resultado, amigos, se mire por donde se mire, no puede ser bueno para el desarrollo local ni para afrontar el futuro. Buen finde.

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