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Rumbo hacia un estado fallido

sábado 16 de noviembre de 2019, 12:47h
El país va camino de quedar en manos de un gobierno de coalición entre los dos partidos responsables de una de las más largas interinidades gubernamentales de la España moderna. Moción va, moción viene, el ego subido de sus responsables y las exigentes cuotas de poder partidista han sido durante muchos meses un freno más que notable al desarrollo del país.

Pedro y Pablo, como máximos responsables de las facciones prevalentes en los ámbitos socialistas y comunistas, han escenificado, en forma de un casposo abrazo, el germen de la nueva era. En representación de PSOE y UP, de forma legítima, pero fuera del procedimiento establecido y después de haber perdido casi un millón de apoyos por barba, desde la última consulta electoral, se han postulado como presidente y vicepresidente del nuevo gobierno de España.

Van a necesitar apoyos, tácitos o expresos, de partidos claramente separatistas, fascistas de izquierdas, nacionalistas de derecha y anticapitalistas. Estarán condicionados por apoyos de formaciones que no condenan el terrorismo, mareas, agrupaciones muleta, así como en regionalistas moderados, centrados exclusivamente en el “que hay de lo mío”. En quedarse con más ración de tarta de la representada.

Para el ciudadano, lo más trascendente, no es el quién sino el cómo. Del simplón y redundante acuerdo apadrinado por Irene Montero y Adriana Lastra no se puede sacar ninguna conclusión. Una improvisada y simple declaración de intenciones que puede firmar cualquiera.

El peligro radica en la deriva radical de políticas revisionistas que tiran por tierra el abrazo de nuestros padres para superar los errores del pasado. De la experiencia previa se puede deducir que piensan seguir en la hoja de ruta que orienta España al conflicto civil y al enfrentamiento de unos españoles contra otros.

El riesgo se traslada al potencial desarrollo de políticas bananeras que, donde se aplican, mantienen a sus países sumidos en la miseria. La alarma se desencadena por su obsesión por la aplicación monopolista de una educación al servicio de sus políticas. El espanto aparece por el sobresalto que generan los apoyos a presidentes autonómicos entregados, con su familia, a la algarabía y a la movilización violenta en contra del estado.

La inquietud se acentúa por la práctica de la equidistancia entre los que dan seguridad a los ciudadanos -fuerzas del orden- y los grupos que dan soporte al terrorismo callejero. Por su connivencia con los que alientan y financian turbas desestabilizadoras.

La política de salón y de márketing y las fallidas y perversas estimaciones sociológicas al servicio de determinadas formaciones políticas, representadas por Iván Redondo y Tezanos son instrumentos para la confusión e inútiles para mejorar las condiciones socioeconómicas de nuestra sociedad.

Al ciudadano no le resultan tranquilizadoras ni constructivas las uniones que ponen en riesgo la unidad territorial, las asociaciones que desequilibran la economía nacional y las alianzas que hunden la hucha de las pensiones mientras dicen que la están mejorando. De la misma manera que el endeudamiento sin límites y el empobrecimiento es el peor para escenario para la equidad. Las inspiraciones en Venezuela, Irán, la ex Europa del este comunista, o el peronismo no aportan soluciones para la España del siglo XXI y para las necesidades de sus ciudadanos. La partida está en marcha. La orientación hacia el estado fallido parece clara. El resultado un gran y preocupante interrogante de futuro.

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