Ni Franco ni Cataluña deben influir en las elecciones

A cuatro semanas de las elecciones generales, la actualidad política pasará esta semana por dos noticias de gran calado que, aunque no deberían, probablemente dejen su impronta en la orientación del voto el próximo 10 de noviembre.

Por un lado, la llamada sentencia del ‘Procés’, sobre el intento secesionista y el referéndum de independencia en Cataluña, acaparará los próximos días la actualidad informativa, con reacciones y, muy posiblemente, incidentes que ocuparán portadas y titulares en los medios de comunicación.

Por otro lado, la ya anunciada exhumación de Franco para antes del viernes 25, con el traslado de sus restos al cementerio de El Pardo, concitará no poco interés informativo –y mucho morbo- durante los próximos días.

Se trata, sin duda, de dos hechos de alcance histórico, que, sin embargo, convendría aislar de la cita electoral a la que los españoles estamos convocados el próximo mes. Lo que el país se juega el 10-N es la gobernabilidad para los próximos cuatro años, en un escenario presumiblemente de dificultad económica, donde será necesario un Gobierno solvente que pueda hacer frente a los problemas que afectan al día a día de los ciudadanos.

Cataluña –cuyo problema debe situarse en el marco del diálogo político o de la justicia, cuando así corresponda- no puede marcar el sentido del voto en el conjunto del país. Y mucho menos, la exhumación de Franco; un asunto inexistente en el debate público durante cuarenta años y que, una vez resuelto con la autorización del Supremo, debería escribir estos días su página final sin que ello afecte al futuro de los españoles.

El fomento del empleo, la competitividad de la economía, el futuro de las pensiones o el progreso social son cuestiones que están sobre la mesa y que deberán ser atendidas por el próximo ejecutivo. Son este tipo de temas los que deberían pesar a la hora de emitir el voto, por encima de otros asuntos, por muy históricos que resulten.