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Los duendes del súper

Por Juan Antonio Tormo
lunes 09 de septiembre de 2019, 05:00h

Usted no los conoce, pero al igual que otras cosas que no podemos ver, pero sabemos que están ahí, estos seres existen y ahora los van a conocer.

Empiezan su jornada sobre la medianoche, cuando los súper e hipermercados ya están cerrados al público, reciben las instrucciones y se ponen de inmediato a trabajar y la verdad es que son muy eficientes, empiezan por cualquier pasillo, les da igual, el de las verduras, frutas que el pasillo de las bebidas o higiene. Se sitúan en formación casi militar para empezar su labor y ya no pararan hasta que termine su misión, cogerán los precios que les han comunicado y los cambiaran con total destreza, si usted compró ayer la lechuga a 2,2 euros, las que quedaron las puede pagar al día siguiente a 2,6 euros, si van al pasillo de los frutos secos y cogen el maíz pueden subirle el precio un 20 o 30% con total celeridad, lo mismo irá pasando con todos los artículos que les han mandado machacar sin piedad. No se libran ni las ofertas, por ejemplo, usted fué ayer a comprar y vió un queso a 3 euros el kg. en la estantería, pero se le olvidó comprarlo, decide ir al día siguiente y lo ve en el pasillo con un letrero de oferta a 3,4 euros “con un par” claro que al igual usted no tenía que ir a comprar dos días seguidos, habría pensado el iluminado de turno.

Que estas subidas obedecen a oscilaciones en los precios por alguna subida de carburante, por una huelga, por una guerra, por subida de materias primas, NOOOOO, no sea tan primo, simplemente porque pueden hacerlo, esto es el libre mercado y lo “tenemos que respetar”.

Ahora bien, que pasa cuando usted va el martes a tomar café y el lunes se lo habían cobrado a 1,10 euros y el martes se atreven a cobrárselo a 1,20 euros, pues muchos si conocen al camarero o al dueño se le tiran a la yugular “vaya palo macho” “joder como está el café” “así te podrás comprar otro coche” y eso se repite con la tienda de al lado y en general de todos los comercios regentados por los propios dueños, sin embargo en el súper que hemos hecho, tragar, si, si, porque no sabemos a quien decirle nada porque todos son empleados y porque hemos asentido esa realidad, que es común en muchísimos de esos establecimientos.

Ya ven, el trabajo encomiable de esos duendes tiene sus frutos, en forma de ganancias por eso, usted nos los conocía todavía, son su gran arma, pero al igual tienen puntos débiles, quizás pueden ser como aquellos adorables bichos de los 80s, aquellos que no podían ver la luz, no se podían mojar y sobre todo no podían comer después de la medianoche, aunque me temo que saber sus vulnerabilidades no nos va a servir de mucho porque están fuertemente protegidos.

Moraleja, lo que en realidad nos jode no es que nos suban los precios, sino conocer al capullo que lo ha hecho, para soltarle la de pulpo o por lo menos eso parece. A mí personalmente lo único que me puede aliviar algo es contarlo, porque estoy convencido de que sobre lo único que reflexionamos seriamente es sobre aquello que está escrito.

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