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El caloret y la investidura

Por Jaume Santacana
miércoles 17 de julio de 2019, 07:00h

En estas alturas de la canícula, ya estamos otra vez de vuelta con temas cansinos y repetitivos. En esta ocasión, tratamos dos asuntos que ya han sido protagonistas en diversas coyunturas. Uno de ellos es un tema de los que podríamos denominar clásicos: el calor. Personalmente, me parece -y me ha parecido siempre desde mi Primera Comunión- tan cargante pasarse el día hablando de calor cuando hace calor que, la verdad, no consigo entenderlo. Supongo que los que practican ese bobo ejercicio deben creer, a pies juntillas, que mentando la bicha la temperatura estival decrece y todo es más bonito, entretenido y paradisíaco. En el mercado, en las tiendas, ante los pasos cebra, en pleno rosario, en las colas para entrar en los conciertos de los millones de festivales que se deslizan en todas las localidades de todas las comarcas (como si fueran rotondas...), en todas partes, vamos, además de cocer habas, se inician conversaciones sobre lo insoportable que es el bochorno. Lo he observado: los que dan pie a este tipo de diálogos son gente preparada, hombres y mujeres pagados y entrenados por el estado con el objetivo de mantener a raya peligrosas diatribas sobre política. Nuestro Estado quiere que no se hable de política y por eso, saca a la calle unos cientos de agentes que se reparten por todo el territorio e incitan a comentar gilipolleces sobre el calor y sus consecuencias. Van de paisano y no llevan uniforme pero se les puede conocer porque la mancha sudorosa de los sobacos se extiende hasta la cintura y también por sus chancletas humedecidas y con cierto musgo amasado en la planta de los pies. En fin, que yo no caigo en sus trampas y huyo cuando les veo acercarse al personal sigilosamente, tal y como los Testigos de Jehová; simplemente, no me interesan. No me gusta que me hablen de calor en verano: ¡estúpidos, coñe!

En otro orden de cosas, este verano toca investidura. No es ningún secreto que, así como antaño las cosas de palacio iban despacio, hoy en día las cosas de palacio requieren de unas cuantas toneladas de cinismo, caradura, engaños y, sobre todo, comedia, pura comedia. En el caso que nos ocupa -a parte del calor que nos acongoja y del cual ya hemos dado debida cuenta- todo el mundo sabe desde hace semanas que el varón don Pedro Sánchez será investido en segunda vuelta como Presidente del Gobierno del Reino de España con los votos y el apoyo (cualquiera que sea) de las que están unidas y pueden, es decir, con el coletas Pablo Iglesias y sus compinches lilas. Y digo yo: si todo dios conoce el resultado ¿por qué motivo no hacen público el acuerdo y aquí paz y después gloria, que viene a ser un sanseacabó y santas pascuas? Pues eso, para mantener al pueblo en estado de sosiego y darle una pizca, una miaja de emoción al asunto. Mientras tanto, los miedos, perdón, los medios mediáticos (principalmente los del Foro, los más aguerridos y del “todoporlapatria/aporellos) pasan el rodillo de las horas puntas jugando a nuevas elecciones, repartiendo argumentos para desesperar al votante, ya de por si suficientemente mareado -como un pato bautizado con ron- al ver que sus votos han ido a parar a partidos radicalmente opuestos a sus deseos iniciales lejos, muy lejos, de sus principios ideológicos y/o políticos. En unos días, verán ustedes como se descubre el velo y, tachín tachín, el socialista y “el que puede” llegan a un acuerdo crucial para el bienestar del país.

Hace un calor insoportable...

¡Ya te digo!

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