Donald Trump se ha pronunciado esta semana, por primera vez, sobre las criptomonedas. Lo ha hecho en un tweet afirmando no ser fan de ellas, sobre todo de Bitcoin, afirmando que no es dinero. Ha añadido que están basadas en aire, es decir, en nada. Para rematar, ha afirmado el presidente norteamericano que, al no estar reguladas, facilitan la actividad ilegal y comercio de drogas.
Luego ha arremetido contra Libra, la moneda virtual de Facebook, poniendo distancia entre ella y lo que se considera un banco. Para acabar, ha dicho que Estados Unidos solo tiene una moneda, más fuerte que nunca, que es la que domina el mundo: el dólar americano.
Es significativo que el presidente de Estados Unidos hable de bitcoin. La semana pasada se pronunció, también por primera vez el Tribunal Supremo en España sobre él y ahora se estrena Trump. Las criptomonedas, diez años después de su creación, están tomando posiciones en nuestras vidas y no se habla de ellas por su elevado precio, como pasó en diciembre de 2017, momento que hasta en la peluquería se recomendaba invertir en bitcoin. Se habla de ellas en instancias superiores porque cada vez tienen más presencia en nuestras vidas.
Sobre la afirmación de Trump, es tan respetable como la cualquier otra persona pero es matizable. La oferta de bitcoins no está basada en aire, como dice el presidente, sino en matemáticas y su oferta está limitada a 21 millones de unidades. No así ocurre con el dólar o el euro que sí están basados en la voluntad humana, es decir, en las ganas de imprimir cuantos billetes se desee.
Tras la eliminación en 1971 del patrón oro, nada sustenta los billetes verdes más allá de la confianza de las personas. Y la confianza es frágil. Así como viene se puede marchar y, en los tiempos que corren, la confianza de algunos ciudadanos en la moneda oficial de sus países es cosa del pasado. En Venezuela se ha abrazado Bitcoin como reserva de valor por la hiperinflación del bolívar.
La reserva fraccionaria de los bancos provoca que éstos conserven solo una parte de los depósitos de sus clientes. Esta fracción es conocida como coeficiente de caja y se apoyan en él para crear más dinero. Ese sí que se crea del aire. O de la nada, como se prefiera.
Sobre las actividades ilícitas que se realizan en bitcoins hay que decir que los criminales aprovechan cualquier vía o avance tecnológico para sus fechorías. El silogismo es: Los criminales aprovechan los avances tecnológicos pero no todos los que aprovechan los avances tecnológicos son criminales. Y esto último es lo que se pretende hacer ver por quienes tienen algo que perder con el avance que supone bitcoin.
Se inventó Internet y los criminales crearon la Deep Web ¿es por eso negativa la creación de Internet? Se crearon los Smartphones y los terroristas los emplearon para comunicarse o hacer explotar vagones de tren ¿se debería haber evitado la invención de los móviles? Cuando alguien le exponga el manido argumento de que bitcoin no es bueno porque favorece las actividades ilegales piense que es alguien que no se ha preocupado por conocer su finalidad ni funcionamiento o, como digo, porque tiene algo que perder. Si quiere hacer la prueba de esto último, pregunte en su entidad bancaria.
En dólares americanos, esa moneda tan fuerte a la que alude Trump, se realizan cada año miles de millones de negocios ilegales ¿Desautoriza esto al dólar como moneda?
El único bitcoin que hoy en día está dentro de la ley es Bitcoin Satoshi Vision (BSV) que es el que conserva el protocolo original. El bitcoin que conoce todo el mundo (BTC) está fuera desde que se tocó el código y se le añadieron capas de programación al original. Las modificaciones sufridas favorecen el anonimato y eso hace que se pueda emplear en actividades ilegales y no llegar nunca al responsable. BSV favorece la privacidad pero no el anonimato. Pero eso Trump aún está lejos de saberlo. Por ahora, que hable de criptomonedas es importante. Es una impagable publicidad sobre este ecosistema que no para de crecer.
Trump debería escuchar a su amigo Robert Kiyosaki, autor del best seller que marcó un antes y un después en la educación financiera: “Padre rico, padre pobre”. Trump y Kiyosaki son coautores de un libro sobre cómo hacerse millonario. Según Kiyosaki, las criptomonedas acabarán desplazando al dólar, moneda a la que califica como una estafa. Según él, la emisión ilimitada de dólares está creando una burbuja más grande que la de las puntocom o la de los inmuebles en 2008. Trump debería tomar nota de los consejos de su amigo que ya previó la crisis de 2008 y algo sabe del tema. Ahí queda dicho.