¡Dos socialistas, dos! (1)
Por
Miquel Pascual Aguiló
lunes 01 de julio de 2019, 04:00h
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Cartel electoral con el que se dio a conocer Albert Rivera. "Sólo nos importan las personas", señalaba el eslogan |
No es la primera vez, y seguramente no será la última, que el bocachanclas de José Luis Rodriguez Zapatero mete la pata en un tema tan escabroso como la actual situación que se vive con el golpe de estado que los independentistas catalanes dieron los pasados meses de septiembre y octubre de 2017.
El expresidente del Gobierno socialista, en una entrevista en Rac1, confesó este 25 de junio de 2019 que, antes del inicio del juicio a los golpistas del 1-O, habló por teléfono con el exvicepresidente de la Generalidad y líder de ERC, Oriol Junqueras, añadiendo que lo volvería a hacer. No ha terminado aquí el despropósito del expresidente, que no puede tener la boca cerrada: “Deseo, respetando al Tribunal Supremo, una sentencia que nos permita recuperar la necesaria y saludable convivencia”. En un momento en que el tribunal supremo está en fase de redacción de la sentencia del llamado juicio del Procès es de una imprudencia, una insensatez, una irresponsabilidad, una necedad, un disparate, decir que la sentencia debe permitir recuperar la necesaria y saludable convivencia, a sea se atreve a decirles a los siete magistrados como tiene que ser la sentencia cuando lo único que se les puede pedir es que sea dictada “dentro del marco de garantías y de sumisión a la ley que recoge el Estado de derecho”, y nunca pedir una sentencia en clave política como propone el expresidente.
El expresidente del Gobierno se ha definido como un “militante del diálogo y del entendimiento con Cataluña, tengo ganas de dialogar, ha enfatizado” y, en este contexto, ha defendido que sólo en un “contexto de diálogo podemos alumbrar soluciones” para el conflicto catalán. Vamos, que tiene ganas de meter la gamba de nuevo.
No aclaró que tipo de diálogo proponía, ni sobre que proponía dialogar, ni porqué proponía dialogar, ni que coste tendría para las arcas públicas dialogar, eso sí ha defendido un diálogo con iniciativas y reformas (sin decir cuales) que acerquen a ambas partes y que permita “una relación renovada de lo que es Catalunña en el conjunto de la democracia española”, o sea un diálogo de complacencia y de darles más competencias y más dinero. Recordemos aquí que para dialogar hacen falta dos partes con intención de llegar a algún acuerdo y que los independentistas catalanes, en este momento, no están dispuestos a dialogar, solo están dispuestos a imponer por la fuerza sus alocados puntos de vista y mientras tanto lograr más dinero de los presupuestos generales de España.
El síndrome de los jarrones chinos, que parece una secuela inevitable del más famoso síndrome de La Moncloa, descrito como un estado de irrealidad, consecuencia del aislamiento que se adueña de los inquilinos del palacio presidencial al cabo de un tiempo, debe su nombre a la descripción que de ésta patología hizo el expresidente Felipe González: “Los expresidentes somos como grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños. No se retiran del mobiliario porque se supone que son valiosos, pero están todo el rato estorbando”.
El expresidente que peor lleva lo de ser un jarrón chino es Zapatero, y eso que cuando ejercía de presidente del gobierno decía a los cuatro vientos y a todo aquel que quisiera escucharlo que, cuando llegara su turno, emularía a los ex presidentes de “democracias con solera”, que “suelen pronunciarse muy poco sobre las cuestiones políticas de su país y siempre en tono muy constructivo y poco partidario”.
Es de vergüenza que un individuo que es el principal responsable, el principal culpable y el que dio pie, junto con Pasqual Maragall, a la escalada de independentismo que asola Cataluña en este momento, vuelva a meter la pezuña de la manera en que lo hace.